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¿Qué hay de verdad en el flechazo?

La ciencia desvela los efectos de las flechas de Cupido en nuestras hormonas, cerebro y organismo.
martes, 4 de julio de 2017
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(EFE) Dicen del enamoramiento que "nubla la razón y acelera el corazón". La ciencia desvela los efectos de las flechas de Cupido en nuestras hormonas, cerebro y organismo.

Se habla siempre de flechazo, en alusión el dios del deseo amoroso de la mitología romana Cupido, representado como un niño alado, armado de arco y flechas, con las que atraviesa el corazón de los enamorados.

Pero a la luz de la ciencia y la medicina sería más correcto comparar la primera y potente revelación del amor pasional con una droga altamente adictiva, estimulante y alucinógena, porque en lugar de una herida punzante, lo que hace es alienar la mente, trastornar la fisiología y alterar la percepción de la realidad.

Un equipo de investigadores liderado por el Trinity College de Dublín, TCD, (Irlanda) ha descubierto los complejos procesos cerebrales que provocan los denominados flechazos del amor, duran menos de un minuto, según concluye su estudio.

Los investigadores Jeffrey C. Cooper, Simon Dunne, Teresa Furey y John P. O'Doherty han comprobado que dos personas pueden enamorarse con un cruce de miradas, al activarse ciertas zonas de la corteza prefrontal de sus cerebros, a causa de la inmediata atracción que surge entre las dos personas.

Mediante escáneres cerebrales de resonancia magnética funcional (IRMf), han comprobado que primero la corteza paracingulada evalúa el poder de atracción de la otra persona y procura discernir si es apropiada o no para nosotros.

Si se detecta una contradicción entre el cálculo personal y las percepciones de los demás sobre el atractivo de la persona que se está mirando, entonces se activa la corteza prefrontal medial.

Asimismo, al ver a una persona atractiva se activa la corteza ventromedial, contrastando la primera impresión recibida.

La actividad cerebral que posibilita los “flechazos” ocurre en tan sólo 30 segundos, según los investigadores, que reconocen que nuestros juicios sobre los desconocidos dependen de la percepción que tengamos de ellos durante los primeros instantes en los que tomamos el primer contacto personal.

 

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