
Por: Luis Alberto Triana F.
El conflicto que de manera unilateral detonó la Sección 30 del SNTE y su líder Arnulfo Rodríguez Treviño han ocasionado graves estragos en la niñez tamaulipeca, en sus familias, en las actividades productivas y el entorno urbano, mientras que los causantes permanecen en plantón, disfrutando de carnes asadas y bailando bajo la estridencia de música de cumbia y grupos de fara-fara en vivo.
Los días que han pasado desde la toma de oficinas de los Centros de Regionales de Desarrollo Educativo, CREDES, y posterior suspensión de clases en las escuelas se han traducido ya en una situación caótica que alcanzan a los propios núcleos familiares.
El paro magisterial se produjo a escasos días del inicio escolar 2023-2024.
En las semanas y días previos al regreso a las aulas, los padres de familia de niñas, niños y jóvenes hicieron verdaderos sacrificios en su economía para comprar todo lo necesario para que sus hijos pudieran asistir a sus escuelas y recibir sus clases, tal y como lo establece el derecho Constitucional de acceso a la Educación.
A los gastos de útiles, mochilas, uniformes y calzado, habría que añadir el pago de las llamadas ¨cuotas voluntarias¨ que suman miles de pesos, el servicio de transporte escolar (en su caso) y otras erogaciones que son necesarias para llevar o enviar a los hijos a sus respectivas instituciones educativas.
No fueron pocos los padres que se vieron obligados al empeñar aparatos electrodomésticos o pedir préstamos para enfrentar los gastos propios de cada ciclo-escolar, pero eso poco les importó a quien o quienes promovieron los paros en las escuelas, a quienes participan en la toma de oficinas, a quienes bloquean calles y causan perjuicios a vecinos y a la productividad de negocios, comercios, empresas y prestadores de servicios.
Como siguiendo una estrategia dirigida a la confrontación y rechazar el entendimiento, Arnulfo Rodríguez Treviño ha condicionado e ignorado las reiteradas invitaciones a dialogar y buscar acuerdos.
El prefiere bailar al ritmo de la cumbia y el fara-fara y ser aplaudido y coreado por maestras y maestros en los plantones.
Se ve que lo goza.