REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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JESÚS, MARÍA Y JOSÉ.

“AI verlo (sus padres) quedaron admirados y le dijo su madre: "Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia." (Lc. 2, 48)
domingo, 10 de enero de 2021
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Todo bien del alma tiene principio en la oración sencilla que se convierte en el saludable habito de iniciar las cosas de la vida en buen orden; La fe y confianza del cristiano católico está depositada en toda obra creada por Dios, ante sus necesidades espirituales y las temporales cree y encuentra en Él comprensión, entendimiento e infinita misericordia, abriendo su corazón al recibir de la oración suplicante y fervorosa como enseña Nuestro Señor Jesucristo; “Pedid y se os dará; buscad y encontraréis; golpead y se os abrirá.

Porque todo el que pide obtiene; y el que busca encuentra; y el que golpea, se le abre”. Con palabras sencillas Cristo Jesús explica la promesa que a la mente humana es imposible comprender, porque está acostumbrada a creer que existe lo que ve, por ello no acude a la oración se vive inquieto porque ha olvidado como confortar su alma ante Dios su Creador, a pesar de ello el Señor pide hacer oración dando la formula a seguir que expone una y otra vez en su peregrinación por el mundo, pues la oración es de palabra y de obra, pero si la fe es nula lo que se pida en “esa oración” a nada conduce y no será escuchada debido a la frialdad, apatía e indiferencia que muestra en su interior quien con poco interés cree que haciéndola a la ligera o exigiéndola obtendrá lo que pide, debido a esta actitud ahí quedará su mala o débil intención, porque en el fondo de su corazón es nada o mínima la fe y confianza en el Señor y Dios Nuestro.

Lo anterior es una realidad en este siglo XXI. La naturaleza del ser humano creado por Dios es en él y por Él, poseedor de virtudes que definen las potencias del alma, (memoria, entendimiento y voluntad) por las que se tiene condición de aplicar en todo momento de la vida terrena al poder discernir lo bueno de lo malo, puede quien quiera adherirse a una u otra, su naturaleza que es dada por Dios lo une al primero y rehúye al segundo está virtud no vendrá jamás del Señor, ¿Porque esa inclinación humana de primero ir al bien y no al mal? Sencillo, Dios ha creado al ser humano para ser bueno como Él, dio todos los medios para mantenerse cerca de Él que es la verdad, pero el libre albedrio siendo un bien que equilibra en la persona la conducta para perdurar en el bien, pero el atractivo de la perturbación seduce convirtiendo la persona este bien en el juego del bimbalete donde siempre lo más pesado levanta y lo liviano corre el riesgo de caer sino está asegurado, por ello, cada persona por sí misma al definirse hacer y realizar el bien acumulara tesoros en el cielo, es desechar el mal para que no cargue peso, ¿Qué es fácil, mantenerse o fácil caer, fácil, creer, como fácil será no creer? Lo importante es saber de qué se carece para nutrirse de ello que es la fe en Cristo Nuestro Señor que se ha ido perdiendo en una inmensa mayoría por no encontrar como nutrirse de ella; “Los Apóstoles dijeron al Señor: Añádenos la fe.

Y el Señor dijo: Si tuvieras alguna fe, aunque fuera más grande que un grano de mostaza, diríais a ese sicomoro, desgárrate y plántate en el mar” y él obedecería” Recapacitaron no era posible porque a ese instante no creyeron en la palabra de Jesucristo Nuestro Señor y dudaron, piden al Señor “Añádenos la fe” como si tuvieran algo de ella, no reconociendo que nada tienen.

Mostrando está realidad que en ellos fue y lo es en infinidad de personas que dicen tener fe, San Agustín ilustra; “La primera cosa útil para ellos era la ciencia, esto es, conocer de qué estaban escasos; la gran felicidad, saber a quién lo pedían.

Señor, le dicen auméntanos la fe. Ved si no llevaban sus corazones como a la fuente y llamaban para que se les abriera5 y los llenara. Quiso que se llamase a su puerta, no para rechazar a quienes lo hicieran, sino para ejercitar a los deseosos” El estado de gracia fortalece en Cristo Nuestro Señor por la fe, al ser carente de esta condición el alma será sacudida por el remordimiento.

La fe en Cristo Nuestro Señor no es querer o no querer, es querer porque siendo nuestro Creador toda alma está obligada por su condición de hijo creado por Dios corresponder con amor al amor por el que Dios lo trajo con bienes al mundo a cumplir su mandamiento, palabra y Evangelio, bueno será aprender de tantas almas que en todo siglo le ubicaron en el centro de su vida, significo que Dios fue y es el centro de sus actos, valoran en Él su camino a la salvación de su alma, lo contrario es vivir una vida en caída libre al precipicio sin llevar paracaídas porque lo olvido al lanzarse, ¿Qué salvación tendrá? Ninguna.

Cristo Nuestro Señor vino al mundo a cumplir la misión dispuesta por Dios su Padre, redimir las almas del pecado y lo hizo, peri sí las almas que vino a redimir lo rechazan es una decisión de mala consecuencia, sabiendo todo hijo creado por Él que la oración encausa hacia Él, quien la esquiva justificando mentiras para no hacerla, prefiriendo unirse a las cosas frívolas del mundo deja su alma sin el alimento que la fortalece.

Punto trascendente es ubicarnos en la necesidad de la oración el Obispo de Hipona define; “La oración es un don de Dios” Y como tal, ¿Que habremos de hacer para arraigarla en el alma y corazón? Abrirlo y acogerse a que la oración sea cada vez más profunda y comprendida, desmenuzar el amor a Dios en conversación profunda, rezando y meditando el contenido de las oraciones que Cristo Nuestro Señor enseño, y quien diga que eso es imposible le recomiendo se vea en el espejo, pues cuantas veces se reza y se pierde en cosas hasta pecaminosas, por no disponerse a meditar lo que se reza.

Continuando, es elevar el pensamiento a la conversación que alimenta el alma y el espíritu, porque la oración personal es el encuentro que da paz y tranquilidad, anima y dispone el alma con Dios su Creador, la oración es el grito fuerte del corazón que va al corazón de Dios.

¿Y porque la necesidad de la oración? Porque sin ella nadie obra bien, al carecer de la gracia santificante, por lo que es reconocer de San Agustín la enseñanza; “Lo que el hombre (todo ser humano) obra mal es propio de él; lo que obra bien, lo obra por la gracia de Dios” Y la gracia de Dios se obtiene por la oración y de ahí como cascada vendrán los bienes del alma.

La razón de lo anterior es porque la oración de María y José forjo su corazón a Dios, desde su niñez encontraron en ella la luz que en su interior fue intensa cada día, ello se refleja en la humildad y obediencia en lo que de Dios Nuestro Señor vino a ellos, fue la oración la que fortaleció su alma ante las adversidades que vivieron desde la Anunciación, la visitación, el regreso de María a Nazaret, la posada negada al nacimiento del Niño Jesús, la carencia de medios en el establo de Belén, la circuncisión, el bautismo, en María y José la oración fortaleció la fe y todas las adversidades que conocemos por las Sagradas Escrituras, lo superaron por la fe y confianza en Dios.

Cuanto bien seria en estos tiempos en que las familias desunidas por tanta influencia de las cosas del mundo, del desprecio a los valores del alma, al respeto familiar y de los órdenes de la vida, como todo lo que conocemos de problemática ilógica que existe en nuestras familias, todo lo es aprender de la Sagrada Familia donde la unión, comprensión, entendimiento y armonía en torno a Dios vivieron, fue la oración la semilla sembrada en María y José con la presencia del Niño Jesús los evangelizo que consolidaron por su Hijo el Amado, forjan la familia en un baluarte de fe y confianza en Dios.

Trasciende la fe viva de la oración el deseo de salvación grabado en el alma y corazón del cristiano católico; “Jesús José y María, os doy mi corazón y el alma mía”, iniciar el día, al terminar antes del descanso de la noche; “Jesús José y María asistidme en mí última agonía”.

Quien ha adquirido la saludable costumbre de profundizar en las Sagradas Escrituras habrá que ahondar en este pasaje del Niño Jesús entre los doctores y conocerá como vivió sus años de niñez con sus padres María y José, San Pablo orienta en ello; “En quien los tesoros de la sabiduría y del conocimiento están todos escondidos”.

San Lucas narra las vicisitudes del viaje de la Sagrada Familia a Jerusalén con motivo de celebrar la Pascua judía; “Sus padres iban cada año a Jerusalén, por la fiesta de Pascua” Jesús a este tiempo era un Niño entrando a la edad de jovencito, menos de doce años no estaba obligado a cumplir este precepto, de todas formas iba con sus padres sin ingresar al Templo por no tener la edad, lo dejaban se fuera con otros jóvenes de su edad, viajaba con sus padres y se quedaría a esperar la salida de sus padres del Templo después de dar la ofrenda y elevar su oración a Dios.

En este pasaje tenía cumplida la edad en que era obligatorio cumplir el precepto de la Ley; expone el Evangelista; “Cuando tuvo doce años, subieron, según la costumbre de la fiesta” Era asistir tres ocasiones al año, por las fiestas de Pascua, Pentecostés y los Tabernáculos.

Las mujeres no estaban obligadas a ello, pero las piadosas asistían a lo menos en la fiesta de Pascua. Terminado todo lo relacionado a la celebración de la Pascua, María y José partieron de regresó a Nazaret sin considerar que Jesús permanecía en Jerusalén; “más a su regreso, cumplidos los días, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen” María y José creyeron que el Niño venia en el grupo de hombres, al salir de Jerusalén, se uniría a algún grupo de las personas conocidas y como padres que conocen la conducta de su Hijo están acostumbrados a la docilidad y prudencia de Jesús por lo que pensaron los seguía en aquella compañía a encontrarse en el lugar convenido, caminaron todo aquel día sin dudar que se reunirían por la tarde al lugar donde pasarían la noche.

Sorprendidos vieron que llegaron sus parientes y conocidos, buscándole entre ellos no lo encontraron, preguntan por Él y nadie dio razón de si lo vieron o no, vino la preocupación y angustia en sus padres ¿Dónde está Jesús? El Evangelista narra; “Pensando que Él estaba en la caravana, hicieron una jornada de camino, y lo buscaron entre los parientes y conocidos” La voluntad del Padre es todo para Jesús.

¿Como podría oponerse a ella el amor de la familia? Cierto fue el dolor profundo en ambos preguntándose tantas cosas, analizan cada detalle, y no encuentran razón para lo que se cree un acto de desobediencia, la tribulación fue mayor a lo que nuestro pensamiento puede imaginar, ambos padres se sintieron responsables, pues tenía a su cargo al Hijo de Dios, sin considerar que como Dios no podía suceder nada malo, a ese momento no razonaron en ello, es como cuando pecamos viene la preocupación, se va a la Iglesia y no se está tranquilo, hasta cuando por el arrepentimiento lo mueve a la confesión, el alma recupera por la Eucaristía la presencia de Dios en su corazón, así fue en María y José, ellos no cometieron pecado pero en su interior había una angustia que no se puede explicar, era el deseo de ver a Dios, la fe en María y José fue más que nunca firme, no apartaron su esperanza en Dios Nuestro Señor, el dolor de corazón en María, como la angustia y preocupación en José ante la adversidad ninguno se culpó, por el contrario unidos suplican a Dios Nuestro Señor por la oración la ayuda para encontrarlo, y Dios obro en ellos el camino, sirva de ejemplo ante los tropiezos e infortunios de la vida, la oración sea suplicar ayuda de Dios don fe y confianza fortalecerá el alma.

“Como no lo hallaron, se volvieron a Jerusalén en su busca” Volvieron al día siguiente a Jerusalén, llegando por la tarde no pudieron buscarlo, como lo conocían bien más que buscarlo entre las calles o lugares de gente conocida o lugares de juego para jóvenes de su edad, fueron directamente al Templo, en el interior de sus padres la convicción de que ahí lo encontraran y esperaron a la mañana siguiente.

Así se explica lo que se dice de Él; “Y, al cabo de tres días lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los doctores, escuchándolos e interrogándolos;” Cual fue la sorpresa de sus padres verlo entre los que se reconocían como doctores de la Ley sentado no como Maestro, porque todavía no era llegada su hora sino como discípulo.

Aquí es bien detenerse a meditar, tenía tres días el Niño Jesús reunido con los doctores, emocionados por las preguntas y respuestas que escuchaban, pasaron los días como si fuera un corto tiempo, no durmieron, nadie pensó en los alimentos, por otra parte, los doctores de la Ley conocían todo detalle de ella, pero a ninguno le fue permitido que a su memoria viniera ver la edad, repasar los oráculos y llegar a la conclusión que esté Niño nació en el tiempo anunciado, todo paso desapercibido, por la Catedra impartida por Jesús da a saber el Evangelista; “Y todos los que lo oían, estaban estupefactos de su inteligencia, y de sus respuestas”.

“Al verlo (sus padres) quedaron admirados y le dijo su madre: "Hijo, ¿por qué has hecho así con nosotros? Tu padre y yo, te estábamos buscando con angustia.

Les respondió: ¿Como es que me buscabais? ¿No sabíais que conviene que Yo esté en lo de mi Padre?”. La voluntad del Padre es todo para Jesús, ¿Cómo podría oponerse a ella el amor de la familia? La autoridad de los padres tiene sus límites; y en estas palabras dio a entender Jesucristo Nuestro Señor que se debe renunciar a todo afecto, a todo respeto de carne y de sangre, cuando se trata del negocio de Dios.

“Pero ellos no comprendieron las palabras' que les hablo”. No comprendieron el misterio que escondía en sus palabras. María, no obstante ser quien era, vivió de esa fe que es la vida del justo, de esa fe que Isabel le elogió como su virtud por excelencia.

“Y bajo con ellos y volvió a Nazaret, y estaba sometido a ellos, y su madre conservaba todas estas palabras (repasándolas) en su corazón”.

En este hecho de la vida de Nuestro Señor enseña el respeto y obediencia que debemos a nuestros padres. Conservaba todas estas palabras, explica San Beda; “como rumiándolas y meditándolas con diligencia" Por la narración del evangelista se cree que él escuchó de labios de María muchas cosas, relativas a la infancia de Jesús, ya que San Lucas es el único en referir.

Lo que es de considerar en la piedad y fe de María y José que tomaba nuevas apreciaciones, meditaban las palabras y acciones de su Hijo, y lo que de Él se decía.

“Y Jesús crecía en sabiduría, como en estatura, y en favor ante Dios y ante los hombres” Crecía en sabiduría: No quiere decir que el joven Jesús la tuviese menor en ningún momento, sino que la iba manifestando, como convenía a cada edad de su vida.

Esta manera de hablar que usa el evangelista, entender que los rayos de sabiduría y de la gracia, de que tenía en el mismo principio, se descubrirían más y más cada día, tanto por lo que miraba al servicio de Dios su Padre, como a la conducta que tenía con los hombres.

hefelira@yahoo.com

 

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