REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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Cristo pide, busca y llama tener confianza en él

“Pues el Padre os ama Él mismo, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que Yo vine de Dios”. (Jn 16, 27)
domingo, 17 de mayo de 2020
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El principio espiritual que corresponde a cada persona es la justicia con que ha obrado, obra hasta llegar al final de su vida terrena, durante el tiempo que Dios Nuestro Señor conceda vida será disponerse de forma sencilla a ese necesario buen obrar, desde luego, si se quiere llevar a los hechos de la vida diaria el principio espiritual tener como inspiración la divisa de hacer y pensar, sentir y obrar como Dios quiere.

El anhelo que Jesucristo Nuestro Señor deseó sembrar en su peregrinación por el mundo fue mostrar a las almas de su tiempo y la posteridad la gratitud de su amor a Dios su Padre, razón por él que se esforzó sembrar ese mismo deseo en los corazones su palabra; “Porque, así como el padre tiene la vida en Sí mismo, ha dado también al Hijo el tener la vida en Sí mismo”.

Así, lo que desea el Padre, es deseo del Hijo, y lo que este desea es el anhelo del Padre celestial sea realidad en las almas, ¿Y dónde está esa realidad? En los corazones que pasan por el mundo luchando por abrigarse a esa realidad hasta hacerla suya Nuestro Señor será el centro de todo acto en la vida terrena incesante y creciente, por ello, Cristo Nuestro Señor pide, busca y llama a la confianza en Él, siendo el mismo anhelo de Dios su Padre en favor de todo hijo por Él creado.

Las virtudes cardinales llamadas morales: prudencia y justicia, fortaleza y templanza conforman por la voluntad disponerse a mantener su conducta en constante firmeza y perseverancia de entregar a Dios Nuestro Señor lo que es debido a su misericordioso amor por las almas robustece la constancia por la gracia las virtudes que Él nos ha enseñado conducen a al fin superior de la salvación eterna.

Las virtudes no surgieron como cosa propia de la mente humana, sin que ahondando en la vida terrena de nuestro redentor las aprendimos la necesidad de perseverar en la firmeza, así el pecador arrepentido la convertirá en regla de vida y conducta desechar los males del alma que entre otros muchos son el libertinaje e inmoralidad, lujuria, desenfreno y liviandad fortificándose en ellas como el medio seguro de salvación y de la justicia será el obrar diario dando a Dios lo que le debemos, mostrará al cristiano católico que la deuda de sus pecados sin la práctica de las virtud que el Señor ha enseñado la hacemos por si mismos impagable, es de pensar en ello, Dios pide, busca y llama a tener fe y confianza en Él, este es el pago que espera del pecador, y algo tan sencillo lo hacemos difícil, sí las cosas humanas así las hacemos, que esperanza se tiene donde deveras es trascendente hacerlo cuando de la salvación del alma se refiere, y no se hace.

Se requiere apegarnos a los bienes espirituales y no a los temporales, de los primeros es obrar cumpliendo el mandamiento divino de amar y servir a Dios y al prójimo viendo en él a nosotros mismos, llevando este mandato divino a todos los actos de vida terrena se obtendrán fructíferos bienes que de Él se recibe, ya no serán deudas para con Dios Nuestro Señor sino beneficios caritativos de salvación.

Gracia es pensar y obrar con rectitud, es ajustar los actos de la vida que Cristo Nuestro Señor nos ha enseñado tener santos y benévolos pensamientos de lo que ilustra San Buenaventura; “Desligado de todo, sin deseos terrenales y despreciadas todas las criaturas, ocúpate de tu Creador, con tanto vigor de espíritu y deseo tan fervoroso, que, olvidando las cosas de la tierra, todo cuanto hagas, en dondequiera que estuvieres, en todas tus ocupaciones, de día y de noche, en todo instante y en toda hora, tengas a Dios presente en tu memoria, creyendo y pensando que verdaderamente estás en su presencia y que Él te mira en todas partes”.

Motivación del Doctor Seráfico a depositar la confianza en Dios, a la plenitud del alma, a reconocer que desde al nacer la naturaleza humana sabe que ira a Él al final de su vida terrena, por lo que en el transcurso de su paso su corazón es confiar en Dios Creador, reconociéndole ser su Creador y su Salvador como pide Jesucristo Nuestro Señor a Dios Padre; A fin de que todos sean uno, como Tú, Padre, en Mí y Yo en Ti, a fin de que también ellos sean en nosotros, para que el mundo crea que Tú eres él que me enviaste.

Deduciendo con plena confianza el cuidado de Dios Nuestro Señor tiene de la creación y de todas las creaturas, siendo Dios omnipotente siempre está y estará atento a las necesidades espirituales y temporales; siempre está y estará abierto su paternal amor al cristiano católico en el propósito primordial de su paso por el mundo estar al amparo de Dios Nuestro Señor y sea su divina palabra fuente inagotable de bienes espirituales; “Mirad las aves del cielo, que no siembran ni riegan, ni juntan en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta.

¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”. Queda entendido que el valor de las almas para con Dios su Creador está sobre las cosas creadas por Él en el mundo.
Nuestro Señor conoce nuestras necesidades mucho mejor que nosotros, sabe dónde están y cuales son, ve a lo profundo del alma las asperezas escondidas de pecados que por el tiempo se tienen olvidadas permanecen sin borrar, ¿Cómo limpiar esas asperezas? Cuando el pecador arrepentido por la confesión las desprenderá del alma, el Señor anima al pecador a decidirse las borre por el sacramento de la confesión y recibir por la Eucaristía los bienes inagotables de su misericordioso amor, por ello cuando el pecador las descubre la conciencia insiste a volver y sostenerse en el Señor la generosidad de su divina providencia, comprender que de nuestra parte son bienes y males, de los primeros tender a conservar, acrecentar y fortalecer la vida de la gracia; de los segundos, el Señor ayudará ir al punto determinante, y si se tiene atención a su llamado se recapacitará en la necesidad de un cambio de vida inmediato, sí a Dios se pedimos ayuda ante la divergencias en que se ha caído reconocer y aceptar de corazón el pecador que fue él y sólo él quien se desentendió de los múltiples bienes espirituales y tomó los males que lo tuvieron perdido dio cause a hacer lo que no debiera hacer, desesperado por lo que padece no encuentra forma de salir, que bien fue convencerse que solo Dios puede hacerlo al pedir, buscar y estar atento a su llamado por la fe y confianza depositada en Él, la misericordia de Dios da la confianza que amoroso pide, ello deriva la fe, esperanza en Cristo Nuestro Señor y vendrá de Él la caridad para el hijo pródigo.

¿Qué hay en todo ello? Dios ahonda magistralmente en cada alma y como Dios hace eso y más, pero no para perjudicar, sino para depositar su misericordia, ¿qué ahonda? La confianza en Él significa tener una fe viva como lo fue en sus discípulos para con su Maestro es la fe y confianza en Él que abrió su corazón los bienes del alma para la salvación que no solo de ellos sino de todos los seres humanos a los que habrán de evangelizar ellos y sus sucesores a través de los siglos.


Entramos al hecho evangélico conocido de la tristeza presente al gozo futuro. Vamos al señalamiento con el que San Agustín ilustra sobre la fe y confianza que debe tener el cristiano católico, “Dios no se fija en las riquezas por abundantes que sean, sino en las voluntades rebosantes de amor.

¿Acaso eran ricos los apóstoles? Abandonaron solamente unas redes y una barquichuela y siguieron al Señor”. El Señor reconoce la diferencia entre el que cree en Él y el incrédulo; reconoce la existencia de la fe y confianza en Él; la diferencia entre fidelidad o traición a su palabra, esto es lo que si reconoce en el acto, aquellos que se satisfacen con oír su palabra y no la practican se asemejan aquel que se mira en el agua cristalina de un remanso, lanza una piedra en el agua y se desbarata perdiendo la imagen de su persona, la vida es mantenerse en la presencia de Dios como el siervo celoso observa a su Señor a descubrir el movimiento de su rostro y atender de inmediato su deseo, es luchar para permanecer en el Señor y permanecer significa pelear, combatir y batallar, atacar hasta erradicar la infinidad de actitudes, tentaciones y obstáculos que en el mundo se encuentran.

Volviendo a San Agustín, como si rematará la discrepancia del incrédulo desmenuza la palabra de Jesucristo Nuestro Señor; “En efecto, no dijo que algunos pedirían y recibirían, sino: Todo el que pide recibirá y el que busca hallará y al que llama se le abrirá”.

A ello es la infinita misericordia de Dios, ¿La comprenderá nuestro lector envuelto en los vaivenes del mundo? Entramos al hecho evangélico.


De los divinos labios de Jesucristo Nuestro Señor amorosamente fluyen palabras de consolación a sus discípulos, que van a contrapesar el desánimo confortando sus corazones al dar el anuncio que su partida no será definitiva sino que volverán a verles pronto, adelanta su próxima muerte y resurrección, conociendo del Señor el cumplimiento de su palabra no asimilan que vendrá y que será de ellos, ha expuesto lo que debiera ser causa de gozo, ha manifestado el valor trascendente de su obra intercesora ante Dios su Padre; “En aquel día no me preguntaréis más sobre nada.

En verdad, en verdad, os digo que lo que pidiereis al Padre, Él os lo dará en mi nombre”. No llamó su atención a los discípulos, no se considere un regaño, es todo lo contrario, abre la puerta de su corazón dando a entender: por mis palabras Hijos míos doy a conocer Mí unión intima con el Padre, así que todo lo que sea imprescindible e imperioso en la realización para terminar mi obra habrán de pedirlo en nombre mío y lo recibirán.

Por ello pide; “Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestro gozo sea colmado”. En efecto ha enseñado la forma en cómo debe hacerse la oración, todo lo que pidan será en adelante en su nombre por ser el mediador entre ellos y su Padre, dijo Jesucristo Nuestro Señor; “Nadie va al Padre, sino por Mí”.

Por ello es comprender su intersección estará entre las almas y Dios su Padre. El Señor ha impartido la Cátedra de la oración mostrando el camino fundamental para llegar a la intimidad del Padre celestial, en su nombre quedarán consolados en sus necesidades espirituales, San Buenaventura reafirma a los siglos no apartarse del bien dado por el Salvador.

“Nos infunde la gran esperanza de que nadie que pide, busca y llama con confianza, se aleja del Señor con las manos vacías” Expone San Agustín la realidad de nuestra oración a Dios.

“La falta de conocimiento es lo que explica, que tantas veces la oración parezca ineficaz, pues se pide en nombre de un Cristo desfigurado a quien el Padre no reconoce como su Hijo”.

Se promete a los fieles cristianos católicos de todos los siglos el gozo mismo, el gozo del propio Jesucristo Nuestro Señor que es la alegría del corazón que debemos mantener siempre latente.

Hoy el mundo se ha convertido así mismo en materialista ha puesto en el centro de sus actos: el dinero, el tener poder, la buena vida, la buena mesa, ropa de marca, celulares, computadoras, pantallas, automóviles, viajes, diversiones amorales, afán de comprar cosas sin sentido, juguetes, casas, terrenos y más cosas que atraen, porque no se sacia así es la tentación, como en el avaro no gastar ni un centavo sólo mucho en donde obtendrá mucho más, se tiene dinero y ya se tiene en la mente lo que se va a comprar, convertida en su mayoría en esclavos de la compra el mundo de hoy se ha paganizado, el dios es el dinero al que adora y rinde culto trabajando por él cada vez más para comprar, al final de la vida será tiempo perdido, y más porque el alma estuvo alejada de todo llamado del Señor a su salvación, atreviéndose a justificar ese pasajero esfuerzo por un bien efímero y fugaz, nada hay que cambie, sólo la conveniencia de que con mi dinero puedo obtener algo mejor de lo que quiero, e imbuida la humanidad en esta tempestad de idolatría, que si ese empeño y ese esfuerzo, como esa disposición y esa entrega fuera para bien del alma, a no dudar que esa persona lograría su salvación, pero va al sentido contrario, al decirle que por favor reaccione porque va mal, su respuesta es la risa, acicateado por lo que se le dice busca envolverse más en las cosas del mundo; decirle, acércate al Señor, reza con fe y devoción y Dios te orientará en todo lo que haces o decirle en directo: eso que haces de compras, diversiones, francachelas y desordenadas perversiones, te llevará a perder tu alma, la respuesta la conocemos en toda su forma: ¡Que te importa! Sólo la oración por las almas en estas condiciones ayudará al pecador sumido en actos y cosas perjudiciales para su alma superar la vida de pecador.


Hoy el mundo no quiere saber de rezar, no quiere comunicarse con Dios su Creador, no quiere tener conversación íntima con el Padre Celestial, no quiere creer que su Santísimo Hijo Jesucristo Nuestro Señor vino al mundo a salvarnos a todos del pecado, no entiende de la frecuencia de sacramentos y de asistir a la Santa Misa, ¿Como es su reacción? Palabras ofensivas, burlonas, blasfemias, maldiciones, irónicos comentarios y mucho más, así está el mundo, aquí es donde el cristiano católico alma de fe y confianza va a Cristo Nuestro Señor pedirá por la oración a Dios Padre por los pecadores de todo el mundo, su oración caritativa buscará que la humanidad tenga fe y confianza en Jesucristo Nuestro Señor y se arrepienta de los males en que está atada, dijo el Señor a sus discípulos.

“Él os lo dará en mi nombre” Santo Tomás de Aquino el Doctor Angélico desglosa a los siglos el beneficio espiritual de la oración será con fe, confianza y devoción; “Dios oye las oraciones de la creatura racional, en cuanto desea el bien.

Pero ocurre tal vez que lo que se pide no es un bien verdadero sino aparente y hasta un verdadero mal. Por eso está oración no puede ser oída por Dios”.

Pide Jesucristo Nuestro Señor tener confianza en Él, hablará una palabra única y eterna, comprensiva y benigna, por ella da a conocer y manifestará los misterios de su poder y misericordia, sabiduría y amor que dio a conocer a sus discípulos y al mundo de todos los siglos; “Os he dicho estas cosas en parábolas, viene la hora en que no os hablaré con parábolas, sino que abiertamente os daré noticia del Padre.

En aquel día pediréis en mi nombre, y no digo que Yo rogaré al Padre por vosotros.” El efecto del amor con el que el Padre corresponderá al amor que los discípulos tuvieron a su Hijo El amado, la fe y confianza en sus enseñanzas; “Pues el Padre os ama Él mismo, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que Yo vine de Dios”.
hefelira@yahoo.com

 

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