REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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Jesús, el buen pastor única guía de salvación

“-Así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre- y pongo mi vida por mis ovejas” (Jn 10, 15)
domingo, 26 de abril de 2020
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San Agustín revela en la parábola del Buen Pastor como el Señor manifestó a todos los siglos su divinidad de ser el Hijo de Dios: “Hemos oído al Señor Jesús que nos encarecía el deber del buen pastor.

En ese encarecimiento nos ha hecho saber -como es dado entender-que hay buenos pastores. Y, sin embargo, para que no interpretemos de modo equivocado esa muchedumbre de pastores, dice: Yo soy el buen pastor”.

En efecto Jesucristo Nuestro Señor es indiscutiblemente el Buen Pastor que cuida sus ovejas, examinando su proceder reconoceremos que el punto fortificado de nuestra salvación está en Él y sólo en Él, ahondando en la ilustración del Obispo de Hipona es comprender que el Señor al impartir su Cátedra de misericordia, da a conocer a las almas ser creadas por Dios y todas sin excepción son suyas, vino al mundo a salvarlas del pecado, por eso ve y verá por ellas desde su nacimiento hasta su muerte.

Lo valioso de la vida terrena del ser humano está en luchar por la salvación de su alma, entre esos dos hechos de obligada participación es el principio y el fin de nuestra existencia, para el Señor es punto valioso el tiempo entre uno y otro para que el paso de vida terrena en toda persona se desarrolle con todos los bienes, gracias y dones que no cesa en ningún instante ponerlos a la voluntad de cada persona, para que por si mismas forjen su salvación, que si se cae en pecado ahora, mañana y cada instante, tiene los bienes espirituales que se derivan de la frecuencia de sacramentos a sus alcance, donados gratuitamente por el Buen Pastor que vela constantemente por sus ovejas, confirma la realidad profética del obrar para que el pecador vuelva a obtener la gracia perdida; “El ama la misericordia y la justicia” Dos virtudes que en Dios son infinitas, caritativamente las pone en el corazón de cada alma a valerse de ellas en su retorno a Él reafirma en la profecía anunciada en el libro de los Macabeos; “Único liberal, único justo, omnipotente y eterno; salvas al pecador de todos los males”.

Se refiriere a los males del alma, no del cuerpo. Quede claro al cristiano católico que la justicia es cosa de Dios porque Él es la fuente de toda justicia y santidad.

San Juan esclarece la justicia del Señor: “No os venguéis por vuestra cuenta, amados míos, sino dad lugar a la ira (de Dios) puesto que escrito está: Mía es la venganza; Yo haré justicia, dice el Señor”.

Adelanta como será su proceder divino hacia aquellos que arrebaten la vida, mutilen, engañen, roben, mientan y humillen, menosprecien y ultrajen al prójimo, lo malo es que la inmensa mayoría obra causando males creyendo que nada pasa, pero el Buen Pastor que vela por sus ovejas es paciente en salvarlas y hacer justicia, ¿Cuál es el mejor camino para todo hijo de Dios? Ser dócil al Buen Pastor que se presenta a toda alma de cada siglo: “Yo soy el pastor, el Bueno” No sólo es reconocerlo, sino que tenerlo será merito, porque conoce a sus ovejas y será de ellas corresponder perseverando en ser las ovejas que siempre reconozcan del Buen Pastor su voz en el corazón.
Cristo Nuestro Señor da a conocer que la primordial predilección del Corazón de su amado Padre está en la primacía de su amor paternal, mismo que lo predispone hacia los más necesitados, no de las cosas temporales del mundo que coinciden con la mezquindad humana, sino con las necesidades espirituales en todos los preceptos de la vida, bien es profundizar en el sentido que Jesucristo Nuestro Señor imparte su enseñanza valorar el celo de su protección.

Siendo la parábola de la oveja descarriada, distinta a la del Buen Pastor que hoy vamos a referir, ambas tienen un punto de coincidencia que da a conocer la infinita misericordia de Dios, quedando mostrado que la carencia de está virtud a pesar de ser depositada en cada persona desde su nacimiento con otros muchos bienes, el ser humano se ha empeñado a sí mismo corromperlas.

Refiriéndonos a la parábola de la oveja descarriada, el Señor pregunta a publicanos y pecadores que se acercaban a oirlo, misma pregunta extiende a cada generación de personas que han pasado por el mundo cada siglo: “¿Qué hombre entre vosotros, teniendo cien ovejas, si llega a perder una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el desierto, para ir tras la oveja perdida hasta que la halle?” Repasando la conducta humana ¿Qué encontramos en el mundo? La incomodidad de que sea preferible no tener misericordia hacia el prójimo, y para justificar la injustificable tacañería se dice: “Porque he de ayudar, mal pagan queriendo más, su interior pregunta: ¿Y éste cómo me va a pagar “mi favor”? Divulga sobre el prójimo críticas y falsedades, pisotea su honor, aviva el fuego con mentiras, intriga porque le exacerba la envidia, celo y resentimiento así han convertido el mundo en una olla de grillos, en una selva donde habitan no animales hambrientos, sin seres humanos crueles y despiadados, por eso le va al mundo como le va, y ¿cómo le va? Basta volteando estos días a todos lados encontramos rostros temerosos de morir, dibujado en su semblante el temor, mirando con ojos de muerte a las personas mayores, en realidad se manifiesta cero paz interior, cero fe, cero confianza en Dios, y un inmenso océano de alejamiento para con su Creador, no hay ánimo ni convicción ni arrepentimiento menos buscar en la palabra del Señor el consuelo y confort del alma, no se quiere escuchar lo que el corazón no cesa de oír: “¡Hijo mío Yo soy el buen pastor que pone su vida por sus ovejas! Tú, una de mis ovejas descarriadas eres mi oveja preferida”.

Aunque sea extraño a la conducta humana enredada por el paganismo de ídolos no de figuras sino de aspiraciones que incendia el interior ambicioso de los bienes del mundo, dinero, viajes, comodidades, gustos exagerados ostentosos y vanidosos, exaltado y orgulloso de sus conquistas no pasa por su pensamiento que al morir lo que hizo a ese momento si muriera queda en nada, sólo las obras que en alguna época de la vida fueron surgidas de la fe, si estas son pocas y con las malas es bien reaccionar a tiempo para salvarse, quien logre hacer habito de vida las obras de misericordia espiritual y las corporales en bien del prójimo, sea el ofrecimiento de su arrepentimiento a Cristo Nuestro Señor, dolerse de corazón con el Salvador que padeció al ser injustamente crucificado, disponerse al lado de Jesús el Buen pastor a mitigar el recuerdo de sus dolores y reconocerlo la única guía de salvación, lo anterior son bienes que el Señor siendo prodigo no deja de obsequiarlos, si la frialdad del corazón frena, la apatía molesta todo intento de Dios Padre, la humanidad prefiere quedarse como se encuentra, dijo el Señor; “ ¡Quien tenga oídos, oiga!”.
Al nacimiento del Niño Jesús en el pesebre de Belén da conocer a todos los tiempos, el título de Pastor legítimo al recibir los pastores que fueron adorarle en el pesebre, fue en la Sagrada Familia y en los pastores momento de gozo y esplendor, avisados los pastores por un ángel del Señor cuando estaban durmiendo a campo raso cuidando su rebaño sorprendidos escucharon: “Díjoles el ángel: ¡No temáis! Porque os anuncio una gran alegría que será para todo el pueblo: Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor.

Y esto servirá de señal: hallarán un niño envuelto en pañales, y acostado en un pesebres. Dios permitió a estos pastores la gracia de ver la multitud del ejército del cielo alabarlo; “al partir los ángeles, los pastores se dijeron unos a otros: Vayamos, pues, a Belén y veamos este acontecimiento que el Señor nos ha dado a conocer”.

Movidos por la fe y confianza en la palabra del ángel que obedecía al exponerles cada palabra lo dispuesto por Dios a los pastores, estos conmovidos por el anuncio angélico de ir al pesebre fueron y encontraron todo lo que se les había anunciado, no es de dudar que inspirados por el Espíritu Santo los pastores adoraron al Niño Jesús, de ahí que San Agustín ratifica y afirma: “Pues Tú eres buen Pastor y buen cordero; Pastor y pasto a la vez”.

La misión de Jesús el Buen Pastor guía de salvación había iniciado, en su peregrinación por el mundo lo confirmó al predicar la buena nueva para las almas, atrajo sus primeras ovejas en Pedro y Andrés sus discípulos que conforme convivieron con Él lo reconocieron ser el Buen Pastor ¿Y nosotros los que estamos de paso por este siglo XXI reconocemos nuestro Buen Pastor? Las cosas del mundo hunden y desconcentran al real y verdadero objetivo distraídos en preocupaciones y desasosiegos, ansiedad, nerviosismo y pesadumbre, miedo y congelación caer en un largo invernar, ante la problemática de estos males se prefiere según la intención real o verdadera que cada quien dice resolver lo que no resolverá, perdida la humanidad en cosas de poco y efímero valor.
A todo hijo de Dios es bien y bueno para salvación de su alma ser partícipe de la continua lucha en vencer los males del mundo, fatigarse en corresponder al amor de Dios con amor siendo una buena oveja del redil de Jesucristo Nuestro Señor.

Para ello es la fe firme, confianza plena y empeño en la perseverancia final, volvemos al punto candente de la problemática; falta de fe crea duda e inconstancia, es ponerse a empujar por propia fuerza una columna de hormigón, ridícula actitud porque nunca la moverá, hay momentos lamentables en el corazón cerrado y obsesionado, hermético y disimulado, hipócrita y fingido, engañoso y mentiroso, ¿quién puede negarlo? ¡Nadie! Todos sabemos lo que somos, en algunos vendrá el deseo de ir al Señor, pero se detienen prefiriendo dejarlo para un después que nunca llegará; en otros habrá propósitos semejante al arrancón del caballo de carrera y parar de mula; varios sabedores a fondo de sus maldades incrédulos blasfeman: todo lo que he hecho en la vida ni Dios me perdonará; en muchos la incredulidad manipula sus sentidos y endurece el corazón, entre más nieguen a Cristo Nuestro Señor más se aferra su misericordia, esta presente en las facultades del alma, lo expuesto es una mínima parte de la conducta del ser humano, pero llegará al punto del saludable arrepentimiento antes de entregar el alma al Padre, tarde van a creer en Él que dijo fiel a su palabra: “Mas no ruego sólo por ellos, sino también por aquellos que, mediante la palabra de ellos crean en Mí”.

Cuanta semejanza encontramos en su Palabra de vida eterna, cuando da un paso adelante Jesucristo Nuestro Señor, estando en agonía rogó suplicante al Padre: “Señor perdónales porque no saben lo que hacen” Cuando tú y yo sabemos lo que hacemos, ambas súplicas y las de los Santos Evangelios es ofrecida por todos y para todos; “Yo soy el pastor, el Bueno.

El buen pastor pone su vida por las ovejas”.
Mientras hay vida hay esperanza, Dios Nuestro Señor sabedor de ello obra porque ve que el pecador carece de fuerzas no físicas, sino espirituales, al carecer de ellos queda cerrado el paso donde penetra la voz del Señor en múltiples formas a la conciencia, si pudiéramos meditar y encontrar los momentos en que esa voz dio en la conciencia, se descubrirá lo que se ha perdido, cuando se ha puesto atención como San José cuando el ángel dijo: “Levántate y toma contigo al Niño y a su madre y huye a Egipto, donde permanecerás hasta que te avise”.

Al instante cambia el rumbo a la vida que en el pecador sólo cortando de tajo el pecado y aprendiendo del Patriarca San José el ejemplo obrar en la solución de forma semejante.

Alejandro Magno, conquistador que dominó el mundo nació 356 años antes de Cristo, muy joven quiza dieciocho años fue llevado a un lugar a conocer el nudo gordiano quien era famoso porque ninguna persona había logrado destrabar, cuando se intenta de una parte se aflojar las demás cuerdas solas se aprietan, buscar sus cabos había que ir al interior del nudo lo que resultaba imposible; Alejandro que resolviendo los problemas de guerra más difíciles salía vencedor, después de observar el nudo saca su espada y da un tajo a una de las sogas que sostenía el nudo diciendo “Es lo mismo cortarlo que desatarlo”.

Resolvió un problema que a la vista de las personas era imposible. Poniéndonos ante el espejo de la vida que ve con nosotros el interior del alma, la mejor solución es cortar de tajo con la vida pecadora de tiempo atrás, teniendo la oportunidad de ver el bien del alma por la virtud de la Caridad, y las obras de misericordia vendrán como catarata cuando se corrija el pecador, la palabra de Dios en los Santos Evangelios vivirá de ella el consuelo en el alma y de parte del cristiano católico persistir rogando a Dios ablande el corazón de los pecadores intersección valiosa que cumple el mandato de divino; “Amarás al Señor tu Dios y a tu prójimo como a ti mismo” ¿Preguntamos con qué palabra se podrá desmenuzar el mandato divino para tenerlo presente? Sí se está en el deseo de aprovechar todo para amarle en palabra, obra y pensamiento, comprendiendo, que no por eso las cosas quedan ahí, pensar en ello es luchar por taladrarlo al corazón recurriendo a Cristo Nuestro Señor no sólo en los tiempos buenos sino en todo tiempo, porque Él siempre tiene dispuesto los pastos que alimentaran el alma y en su corazón alimentar el deseo abrazador de estar en intimidad con Dios, recibir su mano salvadora de legítimo Buen Pastor, en el pecador el Señor es y será su única guía de salvación por la que recibe la señal de reconocer y huir del ladrón inicuo y engañador que le ha revelado; “porque es mercenario y no tiene interés por las ovejas”.

Señalamiento doloroso incluso para el Señor señalar a quien debiera imitarle, por ello la confirmación: “ Yo soy el pastor Bueno, y conozco las mías, y las mías me conocen.

Así como el Padre me conoce y Yo conozco al Padre- y pongo mí vida por mis ovejas”. Es el Pastor bueno porque es Dios y Dios será siempre bueno y su bondad esencial.

Cristo Nuestro Señores es por Él mismo la suprema bondad de ser el Buen Pastor que muestra por decir como es la actitud y las entrañas que mueven sacrílega y perversamente la negligencia del engañador, cuando dijo: “Mas el mercenario, el que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas y, huye, y el lobo las arrebata y las dispersa”.
Profetiza el Señor en la parábola lo que al tiempo es realidad: “Y tengo otras ovejas que no son de este aprisco.

A esas también tengo que traer; ellas oirán mi voz, y habrá un solo rebaño y un solo pastor” El mercenario vencido huira y será juzgado, la oveja que permaneció en su aprisco conforma un solo rebaño por el Bautismo, por la unidad de autoridad que es la del Supremo Pastor, unidad de palabra en la palabra del Señor, el Evangelio y la unión íntima de la santa caridad todos alimentados en la Eucaristía.

Pero en los alejados del Señor su conciencia no cesará de atosigará la conciencia por los males cometidos, despreciado la palabra de Cristo Nuestro Señor al no reconocer en Jesús el Buen Pastor como la única guía de salvación.
hefelira@yahoo.com

 

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