Algunas películas de princesas incluyen escenas que pueden hacer creer a las niñas que el amor se practica a través de grandes sacrificios o a costa de su bienestar.
Pero, ¿qué pasaría si estas historias se contaran de manera diferente? ¿Qué tal si la Bestia no secuestra a Bella y la Sirenita no pierde su voz por un príncipe? Otra manera de vivir el amor podría construirse, plantea Daniela Lombardo, especialista en Género e Infancia.
Con esta idea en mente, en 2015 lanzó Proyecto Desprincesamiento, una iniciativa que acompaña a niñas, adolescentes y mujeres en un proceso de autoconocimiento y cuestionamiento de los estereotipos que durante años se han construido en torno al amor, el cuerpo y la belleza.
"Podemos 'desprincesar' nuestra idea de la belleza, en cuanto a que la mayoría de las princesas eran de piel blanca, estereotipo delgado, grandes ojos, cabello sedoso.

Podemos 'desprincesar' también la idea de que somos rescatadas", expone.
A través de talleres basados en pedagogías invisibles y estrategias de arte-educación, las menores obtienen herramientas para autoconocerse y desarrollar el amor propio, detalla la también politóloga.
"Trabajamos la construcción del amor, o sea, hablamos de esa idea que se nos formó a través de las narrativas infantiles.

En el taller abordamos muchos tipos de amor: el romántico, el amor con la familia, el amor en el espacio público, cómo se vive el amor en relaciones".
Lombardo indica que trabajar estos temas desde la infancia es lo ideal, pues los cuentos, películas y programas de televisión que consumen las niñas alimentan la creencia de que hay una sola forma de amor, el romántico, o un solo tipo de belleza.

Y estas construcciones que inician en la infancia continúan a lo largo de la vida.
Por ello, afirma, es importante que las menores reflexionen sobre su historia propia y comiencen a desarrollar un pensamiento crítico.
Además, subraya, a todos nos llega el enamoramiento sin antes tener conocimientos o aprendizajes para iniciar la experiencia amorosa libre de violencia.
"Si los Gobiernos, las familias, realmente están comprometidos con que las niñas y las mujeres tengan el acceso a una vida libre de violencia, tenemos que comenzar trabajando con nuestras infancias", sostiene.
Explica que su proyecto no busca que se odie a las princesas, pero sí llama a modificar las narrativas infantiles, pues las niñas seguirán consumiendo películas y otras historias que enseñan el amor romántico.
Esa forma de amar, apunta, se basa en mitos que suponen la opresión de la mujer afectiva, mental y socialmente.

También enseña a sentir y vivir el amor a través del sufrimiento.
"En Proyecto Desprincesamiento no odiamos a las princesas, porque a muchas mujeres nos han acompañado toda la vida.

Lo que hacemos es desarrollar un pensamiento crítico y un proceso de autoconocimiento para que las niñas tengan un amplio abanico de opciones, no solamente ser princesas, sino que puedan ser lo que quieran".