REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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La adhesión será siempre con Cristo

…“Ahora Señor, dejas a tu siervo en paz, según tu palabra; porque mis ojos han visto tu salud”… (Lc. 2.29-20)
domingo, 29 de diciembre de 2019
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Cristo con su sola presencia impone una elección a todos los seres humanos y lo dio conocer al mundo y a todos los siglos; …“Quien no está conmigo, está contra Mí”…En su legislación da a conocer la necesaria decisión del cristiano católico que para comprensión encontrará en su palabra; … La adhesión de las almas para su salvación es mía y por lo tanto la adhesión a ser mío es de cada una y de su voluntad hijo mío es que tú vengas a Mí, porque en tus flaquezas debes reconocer está la contradicción de que sino posees la fe y confianza en Mí con facilidad vas a negarme, despreciarás mis bienes y darás preferencia a esa oposición que voluntariamente cedes a la contradicción que te hace dar preferencia a los actos malos y no a los buenos que siempre espero de ti, tu oposición significa impugnar y rebatir mi divinidad, mi enseñanza, doctrina y mandamientos que nacen del misericordioso amor por ti que eres alma consecuencia de mi Pasión, al hacerlo desconoces la obra redentora de Dios mi Padre que obró desde mi venida en el mundo para salvación tuya y de las almas fieles a mi palabra, al despreciar mi mandato manifiestas rechazar de ser Yo la piedra angular para edificar los caudales de riqueza espiritual que todo ser humano necesita y debiera hacerlos suyos …Esto y más se va encontrar en la palabra que se ve dura, pero es muestra de misericordia, pues decir la consecuencia al que peca es ayudarlo a no pecar.

Por lo anterior es encontrar en el hecho evangélico la realidad que comunica a la Sagrada Familia el profeta Simeón dando a conocer que el Niño Jesús el esperado de siglos va a significar en muchas almas convencidas de su peregrinación redentora en el mundo será para Él su adhesión, pero en muchas almas contradicción.

Cristo Nuestro Señor proclama para su consagración y la misión dispuesta por Dios su Padre confirmando su peregrinación mesiánica y su filiación divina al pueblo judío dividido por su palabra define el mandato divino: …“¿Cómo de aquel que el Padre consagró y envió al mundo, vosotros decís? Blasfemas, porque dije: ¡Yo soy el Hijo de Dios! “…No dijo mentira, afirmo la verdad de ser Él quien es el consagrado y enviado al mundo por el Padre Eterno”.


Ahondando el motivo del porqué hubo de ir la Sagrada Familia al templo de Jerusalén, fue para enseñarnos que la adhesión será siempre con Cristo Nuestro Señor el cumplir nuestras obligaciones para con Dios y las que se tienen en las ley de las naciones, así que por más inteligentes, sabios, conocedores de la doctrina de Jesús, o tener un puesto importante en la sociedad o ser poseedor de bienes materiales o económicos, se tiene la responsabilidad que da el mandato divino, siendo en mayor primacía al cristiano católico la obligación de cumplir con la doctrina y mandamientos de Nuestro Señor Jesucristo, y lo que Nuestra Santa Madre Iglesia tiene como obligación para sus fieles, decir de ello ser una carga es como querer ganarse la lotería sin comprar un boleto o ganar dinero sin trabajar aunque en este tiempo se estile esta forma de dilapidar lo que no es propio, en lo relativo a nuestras obligaciones para con Nuestra Santa Madre Iglesia es lo misma obligación para con Dios nuestro creador, siendo lamentable que se busquen pretextos para no cumplir esas obligaciones adoptando la conducta con que se actúa consciente de incumplir o aplazar negando los medios de salvación del alma que el Señor entrega en todo momento de la vida terrena.

La causa por la que Jesús, María y José fueron a cumplir lo estipulado en la ley no teniendo la obligación de hacerlo es una enseñanza a tener presente y no eludir la responsabilidad de lo que como hijo de Dios se tiene, veamos, María Virgen no estaba sujeta a esta ley puesto que el Niño Jesús es el Sumo Sacerdote, María la Madre de Dios concibió a su hijo primogénito por obra y gracia del Espíritu Santo sin menoscabo de su virginidad, por lo que antes del parto, en el parto y después del parto fue santificada por el nacimiento del Hijo de Dios en su seno, no obstante nada de ello fue impedimento y fueron a Jerusalén a cumplir con la ley.

Para ilustración de ello en el caso de los hijos primogénitos de Israel eran dedicados al servicio de Dios en funciones sacerdotales, pero cuando estas funciones se les atribuyó a la tribu de Leví, los padres para rescatar a sus hijos primogénitos de ese servicio habrían de pagar cinco ciclos al tesoro sacerdotal.

La madre debía observar cuarenta días después de dar a luz un varón, y abstenerse de ir al templo hasta no ser purificada, al igual el niño se consideraba contaminado por estar siempre con su madre recibiendo el alimentado y los tratos maternos; en caso de ser hija, la madre debía esperar ochenta días para ir al templo a ser purificada.

Ahora bien, al presentar sus padres al hijo primogénito en el templo debía ser ofrecido a Dios, de acuerdo a la capacidad económica entregaban un cordero en las condiciones establecidas para el holocausto o un pichón por el pecado, si los padres eran pobres como la Sagrada Familia, entregarían dos tórtolas.

Al llegar al templo un sacerdote elegantemente ataviado con mantos finos realizaba el acto para purificar a la madre y luego al hijo, desde luego de haber recibido “la ofrenda respectiva“, después de cumplir podía la madre pasar al templo a presentar al niño ante el sumo sacerdote, quien en este caso el que recibió al Niño Jesús, no es de dudar que obra sin mayor ánimo de nada ni siquiera se fijó en el Niño, ni en su madre y menos en su padre, no dijo palabra fuera de lo que el rito tiene establecido, más bien incómodo de verlos con ropas pobres es posible su interior habrá dicho ¡pobres! Y siguió adelante, no apreció en Jesús el destello de su divinidad que pudiera llevarlo a comprender que estaba ante el Mesías esperado por Israel.

Una situación peculiar en los sacerdotes del templo era que no había arrepentimiento de sus pecados porque en ellos existía el convencimiento de estar limpios de pecado siendo ostentosos, amorales, convenencieros y todo lo que en muchos no debía como guías espirituales del pueblo.


Una cosa es lo que el hombre prepara y otra la que Dios dispone, enseña el evangelista; …“Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo era sobre él”…Continúa el evangelista; …“Le había sido revelado, por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes de haber visto al Ungido del Señor”…Después de conocerlo moriría.

El Espíritu Santo lo encauzó al Hijo de Dios, Simeón al ver que sus padres lo llevan en brazos derrama lágrimas de gozo viendo recompensada su anhelada espera que por años se mantuvo aguardando con fervor, asemejándose al centinela, atento vigiló día y noche en el templo, elevando sus oraciones, meditaciones y ayunos teniendo en condiciones su alma a la llegada de su Señor.

Ese día, es muy posible que al despertar por la mañana debió San Simeón experimentar una inquietud diferente en su corazón, ni dudar que algo en él lo animaba con un gozo distinto al de otros días lo percibió y dedujo ser la señal, sin esperar a más se traslada al templo guiado por el Espíritu Santo.

San Simeón, uno de los 72 eruditos en el estudio de la Escritura reconocido hombre justo piadoso y humilde. Descubre dos provincianos sencillos van a comparecer ante el sacerdote, la madre lleva amorosamente al niño en sus brazos refleja timidez; el Espíritu Santo concede a San Simeón ver que ellos viven según la ley de Dios su santidad, gracia y virtud descubriendo las almas favorecidas por Dios a ellos se dirige.

El anciano Simeón, reconocido por su exacto cumplimiento de la ley, a paso lento pero apurado apoyado en su báculo dice el evangelista:…“Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que esperaba la consolidación de Israel; Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte (hasta) antes de haber visto al Ungido del Señor”…Dios creador de la tierra y de todo lo que en ella existe, para la realización de sus obras utiliza a los seres humanos como instrumentos suyos, por ello nos permite ver como ha movido el alma, corazón y voluntad del profeta San Simeón a través del Espíritu Santo.

Dios es puntual a su cita le concede la gracia de distinguir al Niño Jesús llevado por María sobre su regazo. Es de preguntarnos ¿Cómo viviría en su interior este Santo de Dios lo que el Espíritu Santo le ha revelado al estar frente al Hijo de Dios hecho hombre? Nuestra pequeña inteligencia no alcanza expresar lo que fue en San Simeón la felicidad interior de su alma al ver el Niño Jesús, sus ojos derraman lágrimas de gozo es la culminación de la fe, y por la gracia santificante venida del Espíritu Santo el don de la preferencia, por eso inmediatamente cumple al pie de la letra sin ir más allá de lo dispuesto, es un hombre de Dios ya no aparece en la vida de Jesús, tan luego cumple la disposición que le fue asignada por el Señor ante la Sagrada Familia.

Las palabras de San Simeón para comprensión nuestra, son creíbles por su edad, virtud y grandeza de alma, coincidencia de tiempo y lugar; no hay duda la credibilidad divina al suceso que muestra la Omnipotencia de Dios.


…“Y, movido por el Espíritu, (San Simeón) vino al templo; y cuando los padres llevaron al Niño Jesús para cumplir con las prescripciones acostumbradas de la Ley”…Ante sus ojos de vidente confirmó ser el Niño Jesús a quien había esperado y ahora lo tiene ante sí, reconoce ser la salud, la consolación añorada de siglos, el objeto de sus anhelos.

Con alegría y gozo sin límite, San Simeón…“Lo tomó en sus brazos, y alabó a Dios”… Extendiendo sus brazos hacia el Niño María su Madre se lo entrega y ansiosamente lo recibe y movido por la luz del Espíritu Santo cantó con voz temblorosa la oración del “Nunc dimitiis“; …“Ahora, Señor, ya puedes dejar partir a tu siervo en paz, según tu palabra; Porque han visto mis ojos tu redención, como luz que ha de ser revelada a las gentes, y para gloria de Israel, tu pueblo”…Es el canto de San Simeón su liberación de este mundo esperado desde tiempo atrás, Dios ha cumplido su palabra, San Simeón se dispone prepararse para ir a la presencia de Dios.

El Espíritu Santo ha concedido la promesa que le había hecho saber ¡Ver al Cristo, el Hijo de Dios! Y la bastedad divina le da una gracia mayor; estrecharlo en sus brazos y acercarlo a su corazón, San Simeòn lo comprende y bendice a Dios por la dicha que le ha concedido.

El Niño Jesús es la gloria de Israel, pero su pueblo voltea la cara a otro lado en señal de rechazo, solo unos cuantos, sus discípulos tuvieron fe en él y lo reconocieron como su Señor cuando San Pedro en representando los discípulos contesta a la pregunta de Jesús; …“Y vosotros, ¿Quién decís que soy? Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo”…El Espíritu Santo ha asistido a San Pedro para que exprese a Jesús lo que su corazón guarda y vive en cada uno de los discípulos.

Olvidándose San Simeón de si mismo lleva su mirada profética a los tiempos considerando que la universalidad de la redención se aproxima.

Las naciones gentiles a ese momento viven en las tinieblas del paganismo, carecen de la revelación que se ha dado al pueblo de Israel al decir San Simeón que traería la salud a todos los pueblos la luz de la verdad que aclara la oscuridad de la ignorancia, es la revelación de este Santo Hombre de Dios dirigida a las naciones del mundo, que al paso del tiempo por el rechazo de Israel a su doctrina, mandamientos y divinidad pasa la luz de la verdad a los gentiles quienes la poseerán, Dios dio su palabra como prueba de su reconocimiento de haberlo entendido el pueblo y las autoridades del sanedrín, habría explotado su soberbia maligna contra San Simeón y llegar al extremo de rasgarse las vestiduras porque para ellos se había contradecido la exclusividad que decían en Israel de ser los únicos poseedores de la verdad, quedan en evidencia ya que ellos aguardaban como salvador a un conquistador del mundo pensando falsamente tener a Dios a su servicio, sometido a sus intereses de poder como esclavo del sanedrín.


San Simeón dio a conocer el destino Universal del Niño Jesús frente a las falsas interpretaciones que los sacerdotes daban en el sanedrín a los textos mesiánicos.

…“Su padre y su madre estaban asombrados de lo que decían de Él”…Con admiración, y más llegan hasta Jerusalén centro de doctrina en Israel, estos prodigios de la gracia entre más los conocemos, más se acepta la divinidad de Jesucristo Nuestro Señor y nuestra fe en Él se acrecienta; …“Bendijolos entonces Simeón, y dijo a María, su madre: Este es puesto para ruina y para resurrección de muchos en Israel, y para ser una señal de contradicción”…San Gregorio dice:…“La ruina significa aquí la caída hasta lo profundo; porque no deben ser castigados en la misma forma aquellos que no conocieron al Mesías, que los que habiéndole visto lleno de verdad y santidad, con todas las garantías externas de su misión divina lo han repudiado.

En cambio, el levantamiento significa un encumbramiento en que jamás ha podido soñar hombre alguno fuera de nuestra religión: es el encumbramiento por medio de la santidad”… De repente el anciano San Simeón que lleva cargada su espalda de años, su frente iluminada por la luz del Espíritu Santo dirige su mirada a María, Madre de Jesús y exclama;…“A tu misma alma, una espada, la traspasará a fin de que sean descubiertos los pensamientos de muchos corazones”… Introduce una espada en la vida de María que significa el rechazo que el Mesías recibirá de Israel su acción será una tragedia que conocerá María al pie de la Cruz.

La profecía de San Simeón despierta en el alma de María el presentimiento de un misterio infinitamente doloroso en la vida de su Hijo y de Ella.

Hasta entonces había escuchado las palabras del Arcángel San Gabriel cuando le anunciaba para Jesús el trono de su padre David; ahora San Simeón, anuncia que el Niño Jesús habrá de traer la división sobre la humanidad en dos bandos adhesión o contradicción que continuará hasta el fin de los tiempos la lucha entre el bien y el mal.

Cristo con su doctrina del Reino de los Cielos conmoverá a multitudes, reyes y gobernantes de los pueblos en todos los siglos e infinidad de ellos lucharan contra él con furia de exterminio.

Dice San Beda; …“Ni es el alma, sino el cuerpo el que puede ser traspasado por la daga. Es la espada del dolor de la Pasión del Señor”...
hefelira@yahoo.com

 

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