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'Al menos Chile ha despertado'

Tras haber perdido la visión por perdigones antidisturbios, víctimas señalan que el alto precio valió la pena en defensa de sus derechos. Foto: Twitter @_Cesar_Munoz
Un Policía disparó directamente al rostro a Ronald Barrales cuando protestaba en la Plaza Italia
lunes, 23 de diciembre de 2019
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SANTIAGO DE CHILE

/REFORMA

Estaba a menos de 10 metros.

Según su relato, el perdigón llegó desde el asiento del acompañante de un vehículo de los carabineros hace unas semanas, en uno de los días más tensos de las protestas contra las políticas del Gobierno chileno de Sebastián Piñera.

"Sentí el impacto en el rostro, caí al suelo, me levanté y observé que caía sangre del ojo, mucha sangre", relata Barrales, padre de una niña de 8 años y de un joven de 17.

"Me di media vuelta y lo único que pude hacer fue correr al hospital de campaña de la Cruz Roja, sin permitir que nadie me ayudara". Herido también en el tórax y en el abdomen, este hombre se ha sometido a tres operaciones en el ojo izquierdo, del que perdió completamente la visión y para siempre.

Miradas rotas como las de Barrales se han convertido en el lamentable símbolo de las revueltas sociales en Chile que explotaron hace ya dos meses. Desde el 18 de octubre, cuando arrancaron las protestas por la desigualdad social, se han registrado 359 civiles con heridas oculares, según el Instituto Nacional de Derechos Humanos.

Dos personas han quedado completamente ciegas y 17 han perdido la visión total en alguno de sus ojos. La Sociedad Chilena de Oftalmología y el Colegio Médico calificaron desde el inicio esta situación como "una emergencia de salud visual nunca antes vista en el país" y pidieron suspender la utilización de perdigones.

"El precio que he tenido que pagar es muy alto, pero al menos Chile ha despertado", se consuela Maite Castillo, de 23 años, que también ha perdido por completo la visión del ojo derecho.

Desde su época de estudiante, la joven asistía a marchas en demanda por derechos sociales, pero la tarde del 20 de octubre pasado no participaba en ninguna protesta: pasaba en moto junto a su novio por la Gran Avenida -una importante vía de su comuna-, donde se producía el saqueo de un supermercado.

No se podía transitar, porque los vehículos iban y venían en todas las direcciones. "Nos estacionamos al frente, en una gasolinera y nos quedamos mirando.

Me bajé de la moto, me saqué el casco y observé que venían dos carabineros. Como portaban escopetas, los insulté. Hicimos contacto visual, se me quedó mirando, cargó su arma y me disparó de frente", narra Castillo.

El perdigón le dio de lleno en la órbita del ojo derecho. Desde entonces, la han operado dos veces, la última vez el viernes, a causa de una hemorragia que no sanaba.

"Esta será una Navidad distinta. Triste por lo que me ocurrió, sin duda, pero la gente en este país por primera vez no está centrada en el consumo, sino en otros asuntos fundamentales, con mayor empatía hacia el resto", sostiene.

El 19 de noviembre, la Policía suspendió el uso de perdigones antidisturbios a la espera de análisis sobre su composición. Las autoridades informaban de que los balines estaban compuestos de goma, pero un estudio de la Universidad de Chile determinó que solo contenían un 20 por ciento de caucho.

Pese a todo, sin embargo, Barrales no se arrepiente de haber participado de la protesta. "Estaba simplemente alzando la voz por los derechos de mis hijos y del resto de las personas", sostuvo.

 

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