En la Oponión
Pbro. Miqueas Cantú Mtz
Pero qué pasa cuando llega el frío a nuestro corazón, hablando de nuestra alma, el centro de nuestras emociones.
Tener frío el corazón es ser insensible a ciertos temas o situaciones, también es ser indiferente a la necesidad, pero el frío al corazón también llega con experiencias negativas, sueños truncados y ofensas no perdonadas.
Hay un proverbio romano que se lee así: “Cada cual sabe dónde le aprieta el zapato”, este proverbio se origina cuando el patricio romano Paulus Emilius, cuya vida escribió Plutuarco, tenía una mujer joven, bella, rica y honrada: Papyria, hija de Papyrius Masso, a la que sin embargo repudió.
Como no parecía tener para ello un motivo razonable, hubo de sufrir reproches de sus amigos. PaulusEmlius, mostrándoles un zapato, les dijo: “fijaos en mi zapato” ¿habéis visto nada más elegante? No obstante, sólo yo sé dónde me lastima.
La frase quedó como proverbio para significar la existencia de penas secretas, sólo conocidas por los que las sufren y que esas experiencias van enfriando el corazón.
La historia bíblica nos muestra a un profeta llamado Eliseo, hablando a una mujer sunamita que era importante en la ciudad, y le comenta directamente: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo.
La respuesta de la mujer no se hizo esperar: No hagas burla de mí. Esta mujer ya tenía frío el corazón de tanto escuchar voces negativas y tantas esperas eternas de sentir algo en su vientre.
Y simplemente no llegaba. Cuando hay frío en el corazón es porque ya hay un cúmulo de cosas que nos impiden creer que algo bueno puede suceder.
Ya no hay esperanza en nada. Pero la voz del profeta era respaldada por el Dios que quita el frío y llena de pasión y esperanza a los corazones que creen en El. El 2020 se asoma y el frío en el corazón nos quiere impedir soñar, pero Dios conoce nuestro sentir y nuestro anhelo, confiemos en El y El hará. Bendecido domingo.