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Ana comenzó con síntomas a los 19 años, pero la diagnosticaron con trastorno límite de la personalidad y depresión mayor hasta los 27 años.
Esta enfermedad dificulta la regulación de las emociones, provoca cambios de ánimo y tendencias a la ira, detalla, lo que la llevó a dejar su trabajo.
"Vives en una montaña rusa de emociones y cuando estás solo vas a la deriva.
Mi familia y yo estábamos muy divididos en ese momento", cuenta.
La mamá de Ana asistió al curso de psicoeducación en salud mental "De familia a familia", que imparte la asociación Voz Pro Salud Mental, lo cual les ayudó a mejorar su relación y a tratar la enfermedad.
"El curso me dio herramientas, sentido de pertenencia, un espacio seguro, me dio estabilidad y esperanza", sostiene la mujer.
Gabriela Cámara, presidenta honoraria de Voz Pro Salud Mental CDMX, explica que esos cursos, que imparten en 11 ciudades del país, enseñan a las familias qué hacer si un ser querido padece un trastorno mental, a comunicarse de manera efectiva y cómo apoyarlo, incluso cuando hay riesgo de suicidio, sin que toda la tarea recaiga en un solo cuidador, con el fin de mejorar la calidad de vida de todos en casa.
"Es decirles que no están solos, que somos un buen de familias allá fuera con este problema, más del 14 por ciento de la población mexicana tiene un trastorno psiquiátrico", asegura.
Cuando una persona padece un mal así, expone, los familiares se ven afectados también.
Algunos padres pueden sentir culpa y enojo; ignorar la situación o sobreproteger; pero ninguna de estas reacciones ayuda al familiar.
La psicóloga afirma que un paciente que no tiene el apoyo de la familia puede dejar el tratamiento, aislarse, con lo que podría empeorar su condición
"Cuando hay una crisis en el paciente, la familia no tiene idea de qué hacer ni cómo manejar las cosas y este curso te explica y te da habilidades para que sepas qué hacer (...) hay padres que dicen yo traumé a mi hijo, porque eso se creía en una época".
Sin embargo, explica, las enfermedades mentales son multifactoriales: tienen un aspecto biológico-químico, otro psicológico y uno ambiental.
También incluyen unas clases de empatía para saber qué siente la persona que tiene estas enfermedades, qué es lo que vive y cómo lo vive, a fin de comprender qué es lo que está pasando.
Otro curso que imparten es Tierra a la Vista, para que los pacientes sepan qué hacer con su trastorno, reconocer sus síntomas y atenderlos para prevenir crisis.
La psicóloga afirma que un paciente que no tiene el apoyo de la familia puede dejar el tratamiento, aislarse, con lo que podría empeorar su condición.
"A veces veo gente en la calle con esquizofrenia, por ejemplo, totalmente abandonada.
Si hay un equipo atrás que apoye, la persona podrá retomar su vida. Esa es la diferencia".
Las señales
Se puede sospechar que un familiar tiene un problema de salud mental si:
- Deja de hacer actividades que antes disfrutaba
- Cambia sus hábitos de alimentación.
- Deja de socializar.
- Baja su rendimiento escolar.
- Tiene sentimientos de desesperanza o mucho enojo.
Si es el caso, recomienda:
- No negar estos sentimientos y buscar un diagnóstico.
- Acudir a grupos de apoyo psicoeducativos.
Ello permite comprender y sobrellevar mejor la enfermedad.
Los grupos reciben a familias y pacientes con:
- Trastorno Obsesivo Compulsivo.
- Trastorno Límite de Personalidad.
- Esquizofrenia.
- Esquizo-afectivo.
- Trastorno bipolar.
- Depresión mayor.
- Trastorno de ansiedad.
- Trastorno de pánico.
- Trastorno dual.