REFLEXIÓN DOMINICAL

Antonio Fernández

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Ansiedad y la turbación

…“Entonces el mayordomo se dijo dentro de si mismo: ¿Qué voy hacer, puesto que mi amo me quitó la mayordomía? De cavar no soy capaza, mendigar me da vergüenza”… (Lc. 16, 9)
domingo, 15 de julio de 2018
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Alguna vez nos hemos hecho está pregunta, ¿Cómo podríamos vivir sin Dios, o vivir según Dios? A no dudar, en los primeros causa desconcierto, más en el persona arrogante y en el altanero soberbio dicen: a mi me da igual, eso para mí no tiene importancia; en el segundo, las cosas son distintas, reconoce que el fracaso de su conducta va contra la doctrina y mandamiento de Dios todopoderoso, creador de su alma, está convencido de la obra de Dios al enviar su divino Hijo, Cristo Nuestro Señor, a salvarlo del pecado, comprende que después del pecado original, todas las gracias que ha recibido y recibe, provienen de los méritos de Cristo Nuestro Señor, mismos que transforman nuestra vida, la que por si misma se va preparando al momento dispuesto por Él, entrar en el Reino celestial prometido por el divino Maestro a vivir según Dios.

En el Sermón de la Montaña dijo; …“Bienaventurados los de corazón puro, porque verán a Dios”…Si ahondamos con fe y sensatez en examinar el Sermón que Nuestro Señor Jesucristo pronunció en la montaña, encontraremos la forma cierta y clara de la vida cristiana católica, que se deduce de su palabra, que en nuestro obrar siempre está presente en nuestra vida, dijo; …“Todo el que oye estas palabras mías y las pone en práctica, se asemejará a un varón sensato que ha edificado su casa sobre la roca; las lluvias cayeron, los torrente vinieron, los vientos soplaron y se arrojaron contra aquella casa, pero ella no cayó, porque estaba fundada sobre la roca”…Y refiriéndose al que obro en contrario, no llevando a la práctica su palabra, lo compara como; …“varón insensato” …Del que anuncia ser una persona necia al construir su casa sobre arena, desciende la lluvia, se desbordan los ríos y al fuerza de los vientos, dieron con ímpetu sobre aquella casa que se derrumbó y su ruina fue grande, así lo enseño a la gente de su tiempo, dejando expuesto con claridad al que obra en contrario, lo escucharon las muchedumbres que lo seguían y la humanidad al paso de los siglos, también lo han escuchado, la promesa del reino de los cielos que Cristo Nuestro Señor predico en la montaña, y la continuo en su peregrinación por el mundo, y continúa sembrándola en los corazones desde su gloria eterna, lo hace de una y mil formas para que los limpios de corazón vean a Dios.

Al paso de la vida terrena, el pecador reconoce su vida pasada, que bien la identifica después de su arrepentimiento: los problemas en los que estuvo atado se resolvieron, ¿Qué le ha costado esfuerzo sostenerse? ¡Claro que así ha sido! Pero la constancia y perseverancia en luchar por no volver a caer, surge la necesidad de una veraz disposición de su parte en apegar su vida al mandamiento y doctrina de Jesús, a seguir como aspiración primordial de su vida: su salvación, y será la perseverancia de continuar viviendo en estado de gracia, el mantenerse en ella apreciará humilde como se multiplican sus actos buenos por la oración, que Cristo Nuestro Señor predica el poder de la oración, …“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis; golpead y se os abrirá.

Porque todo el que pide obtienen y el que busca encuentra; y al que golpea se le abre”…El Señor promete y cumple, el cristiano católico tiene la palabra para obrar con fe y hacer suyo el poder de la oración que nos entrega, correspondiendo a su ayuda en ahondar la comprensión de su palabra, en el cristiano católico se reflejara en la práctica de las virtudes de la fe, esperanza y caridad, según la forma de cómo se exceda así mismo en conservarlas y no perderlas, el alma afianzará su espiritualidad prevaleciendo en ella su amor de Dios, deseo que entre más se obre en su favor, se acrecienta más el deseo de conservar la gracia; pero al incrédulo no le importa, porque no lo entiende, no le interesa tener bienes espirituales, para él lo primordial en su vida es dilapidar, viendo como gozar lo que el mundo tiene de excitante, porque lo enciende y excita, cuando en las cosas que por su conducta negligente y disipada llega el momento en que tropieza con el peligro amenazante y represivo, hostigamiento que lo pone en peligro de muerte a consecuencia de sus engaños, fraudes y perversidades o una enfermedad irreversible consecuencia de su despilfarro y derroche de malas costumbres, es cuando el impacto de la desgracia en la que nunca había pensado aparece en su vida, viene entonces la confusión que trastorna todo su ser, donde su entendimiento no razona, angustiado por los despilfarros cometidos, no tiene la paz ni tranquilidad, que debiera hacerle entender, que su vida va en caída libre a la perdición, es cuando se debiera recapacitar que puede, si así lo desea, vivir en gracia de Dios, pero sí el orgullo y la vanidad lo llevan como a muchos ególatras y narcisistas presuntuosos que su ostentación le hace venerarse a sí mismo y se envanece cuando los demás lo exaltan, vive en una irrealidad, al contrario, el cristiano católico consciente, lucha y se obliga a salvarse haciendo suya la instrucción de San Agustín; …“Observa; (A Cristo) tiene la cabeza inclinada para besarte, el corazón traspasado para amarte, los brazos abiertos para recibirte, todo el cuerpo hecho una llaga para salvarte”…Esta es la realidad espiritual cuyo valor de salvación es pasada por alto, porque muchos pérfidos ladrones se presentan como buenos y dispuestos a entregarse a su trabajo pero en el fondo son mentirosos engañadores que han hecho de ello un habito que se ha enraizado en su corazón, les mantienen alejados del Señor, debido a su actitud de incredulidad, pero es de tener muy bien entendido, Jesucristo Nuestro Señor, es paciente para obrar, no es de dudar que siendo Dios, conoce cuando el tiempo de vida en cada ser humano termina, mientras, para él agónico es tiempo y oportunidad de salvación, Jesús da los medios a ese incrédulo en su estado previo a su muerte, para que recapacitando los errores en que ha vivido, los aproveche y se arrepienta de sus actos em ese final de su existencia, será la gracia que guarde en alma la que lo anime a suplicar el perdón, se salve y no se pierda eternamente, en todo ellos Jesús está a su lado, el da y el moribundo rechaza, vuelve Jesús a dar con más amor, y el moribundo se acongoja, Jesús cala en lo profundo de su alma y expulsa la excitación del demonio, es posible que el alma del moribundo descanse y se arrepienta, nos toca comprender nuestra salvación, si la cerrazón es fuerte, para ellos ha dicho Cristo Nuestro Señor; …“¡Quien tenga oídos, oiga”…
Cristo Nuestro Señor entregó a las almas de su tiempo como a la posteridad de los tiempos su valiosa enseñanza el buen uso de los bienes que se adquieren de su providencia, para que por ellos obtener la salvación del alma, es en la Parábola del administrador infiel donde nos imparte su Catedra, nos la muestra para que aprovechemos espiritualmente está parábola: definimos, el hombre rico o el amo como lo señalan los Santos Evangelios, es Dios Nuestro Señor; el administrador o mayordomo es todo cristiano católico que está como administrador de su alma y cuerpo en todos los días de su existencia, tiene un punto de ver sus conducta en la parábola del mayordomo infiel, que disfrutando los bienes confiados a su responsabilidad lo tiene sin cuidado, al ponerse a disfrutar con regocijo, lo que no es suyo, pues ha olvidado que es el administrador, cuando de repente se presenta el amo, y cae como relámpago en el mal administrador, que no era fiel como el amo lo hubiera deseado, al hacerse presente, aparece en la mente del administrador su realidad: ha gastado lo que no le pertenece como suyo, sacudido de pies a cabeza, la conciencia le muestra sus errores, oprimidas sus entrañas de ese hombre por la ansiedad y turbación, sabe que no podrá dar buenas cuentas.

Cuando una persona ha llevado vida normal de trabajo, y por su esfuerzo logra mejores ingresos, es de elogiar su entrega, y no es motivo a malos comentarios, cuando se habla de él, sino hay elogios, se dice bien, pero cuando una persona empieza disfrutar lo ajeno, organizando comilonas, borracheras, busca rodearse de pecado desde adulterio y perversiones morales, tal conducta es motivo a comentarios que como pólvora se diluye en la gente sus actos, siendo posible que así llegó a los oídos del amo el proceder que Jesús expone en la parábola; …“Dijo también, dirigiéndose a sus discípulos: Había un hombre rico, que tenía un mayordomo.

Este le fue denunciado como que dilapidaba sus bienes” …
Quizá lo que más sacudió a fondo al administrador infiel fueron estas palabras; …“Lo hizo venir y le dijo: ¿Qué es eso que oigo de ti? Da cuenta de tu administración, porque ya no puedes ser mayordomo”… La palabra exige, será requerido, se le hará un balance de los bienes entregados y consumidos, encontraran los disfrutados, molesto el amo le inquiere: ¿Sabes qué me han dicho de ti? Disipas mi hacienda, dame cuenta de lo que te encargue administrar, ya no administraras mis bienes; “Entonces el mayordomo, se dijo dentro de sí mismo: ¿Qué voy hacer, puesto que mi amo me quita la mayordomía? De cavar no soy capaz, mendigar me da vergüenza”… Vino al interior de este hombre un acto que hubiera sido haberlo hecho desde el principio que tomo la administración, y hacer un examen de conciencia, pensar en lo que tomaba como responsabilidad, cuidarlo, progresarlo y dar ganancias a su amo, y esté correspondería a su habilidad, pera no, por eso al escuchar la voz acusadora de su amo de dar cuentas, fue acicateado por su conciencia, y se angustió, porque conocía el valor exacto de lo que había dilapidado.

No cabe duda que muchos al conocer esta parábola, su mente los lleve a recordar las ocasiones en que se vieron envueltos en condiciones parecidas, sobre todo, verse sin dinero o medios para reponer lo defraudado, y el agobio de ver que el problema avanza sin detenerse, ¿Cuál sería la solución? Mintiendo jugaba con fuego, endrogándose se ponía la soga al cuello, huyendo la justicia lo buscaría, culpando a otros o fingir que robaron sin enterarse, mentiría para sacudirse el problema, así de esta índole es él maldoso (a) urde en su mente ideas atrevidas y temerarias, lo que le importa es salir del paso, esquivar todo castigo, como no hay escrúpulos, ni dolor, ni pena, ni temor de Dios por la ofensa al prójimo, el fin de su libertad justifica los medios, y hace lo que no debe hacer.

Esto es lo que encontramos en el administrador infiel; …” Yo se lo que voy hacer, para que, cuando sea destituido de la mayordomía, me reciban en sus casas.

…” Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Y él le contesto: Cien barriles de aceite.

Le dijo: Aquí tienes el vale; siéntate enseguida y escribe cincuenta. Luego dijo a otro: ¿Y tú cuanto debes? Este le dijo; Cien medidas de trigo.

Le dijo Aquí tienes tu vale, escribe ochenta “… No hay duda que la malicia es compañera inseparable del infiel. Es posible que el amo no estuviera todavía al tanto de las existencias en la bodega, y no repasara la documentación de lo pagado y por pagar, apenas iniciaba el a investigar su proceder, el amo está convencido de que gasto su dinero en parrandas, diversiones y francachelas, y ante el silencio del administrador infiel, parece fijaría una fecha, tiempo que aprovecho el administrador infiel para reducir las cuentas con sus amigos de diversión, de quedar bien con ellos y vivirá en sus casa en tanto obtenga otro trabajo.
Ha hecho rebajas grandes a los que con él disfrutaban sus desfalcos a costa de su amo.

La Iglesia nos invita ahondar en está parábola, vemos la actitud del hombre en apuros, que no tuvo oportunidad de mejorar su desfalco, pero este no se queda ahí.

La exhortación de Nuestra Santa madre Iglesia es llamar nuestra atención sobre la cuenta digna de temer al final de la vida terrenal, cada uno tendrá que dar cuenta a Dios, nos conduce a ajustar nuestras fallas y errores, nos ilustra en el medio para prevenir y arreglar nuestras costumbres: la meditación del juicio particular que Dios Nuestro Señor celebrará, donde no habrá abogado que nos defienda, la defensa será nuestras buenas obras, echo que sucederá hasta que alma salga en definitiva del cuerpo.

Meditemos en ese juicio que hoy vemos vergonzoso, reflexionemos sobre la situación en que tenemos nuestra alma cada día, y preguntándonos, ¿Si en este momento nos lleva a su presencia el Juez de Jueces, que diremos? Él ha dado tiempo suficiente, el Señor ha estado en el alma y cuerpo “… Lo sucedido no lleva a una reflexión, Entre los conocimientos humanos, el conocimiento de sí mismo es el más necesario de todos, que es más fácil de conseguir, y del que podemos sacar más provecho, por lo que dice la parábola; …” Y alabo el Señor al inicuo mayordomo, porque obrado sagazmente.

Es que los hijos del siglo, en sus relaciones con los de su especie, son más listos que los hijos de la luz “…En efecto, los hijos de este siglo son mas astutos y cooperativos en sus negocios, usan sagacidad y astucia para lo mundano, para lo malo, mientras que el Cristiano católico, cuidad meticulosamente su cuerpo, bienes , privilegios, son trabajadores, pero viven descuidados de lo mas trascendente al final de cuentas, no adquieren ni por encimita los bienes del espíritu, del alma que pasan a un segundo lugar.

Pudiendo utilizar los bienes, gracias, dones, y recursos del alma, los dejan de lado; la gracia que salva y eleva el alma; la oración y actos de piedad, al asistir a la Santa Misa, rezar el santo Rosario, las oraciones de la mañana y de la noche, todo queda de lado; si se tuviera esa astucia y sagacidad para utilizar los bienes a disposición del alma, se salvaría el pecador y su vida seria del agrado del Señor, esa sabiduría de la que habla Cristo Nuestro Señor en la parábola.


…” Por lo cual Yo os digo, granjea amigos por medio de la inicua riqueza para que, cuando ella falte, os reciban en las moradas eternas “… Los Santos Evangelios de múltiples formas nos muestran lo que Jesús insiste con insistencia; que la maldad siempre va a acompañada a la obtención de riquezas, estas en si no son malas, lo malo es que quien las posee no las administre como debe ser, esto quiere decir que las riquezas no son para que uno se pierda en el pecado, sino como camino de salvación, de otra forma la maldad las convierte en una fuente de males.

Cuando estas riquezas se administran inspiradas en quien las provee, Cristo Nuestro Señor las santifica, obteniendo de ellas provecho el espíritu; ¿Esto se logra por la limosna? Deteniéndonos con San Buenaventura, Doctor de la Iglesia, nos orienta sobre ello; …” Las riquezas engendran maldad, si de ellas no se hace limosna.

Es está, el arte más exquisito de las artes, porque por ella se fabrican, no casas de barro, sino palacios en el cielo. Arte fácil, porque todas las demás artes necesitan la voluntad de quien posee bienes “…
hefelira@yahoo.com

 

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