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Despertó del coma para ser campeón

- Anthar Sosa Miranda era boxeador profesional, pero un accidente terminó con su carrera. Actualmente entrena a jóvenes en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad
sábado, 4 de noviembre de 2017
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CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 4 (EL UNIVERSAL).- Son las siete de la mañana en Tacubaya. Olas de personas entran y salen del Metro. El caos vehicular y la afluencia de gente permiten que la delincuencia haga de las suyas a plena luz del día; el Observatorio Nacional Ciudadano sitúa a esta colonia como la séptima más peligrosa de la CDMX.

Alejandro Anthar Sosa llega al barrio a esa hora. Puntual se dirige al Gimnasio Lupita, un edificio con un mural ya casi invisible por el desgaste en el que se observan boxeadores, y en el que él es mánager y entrenador.
Preparar su clase es como un ritual: enciende el estéreo, revisa que los costales sigan colgados firmemente del techo, que las peras estén bien atadas, los guantes y caretas ordenados por medida y las cubetas para escupir, vacías.
No hace mucho tiempo él también era boxeador profesional.

Se retiró a los 22 años por un accidente que destruyó su cuerpo. Ahora entrena a niños y jóvenes de Tacubaya para alejarlos de las adicciones, algo común en la zona.

A un par de calles del gimnasio está la llamada “Ciudad Perdida”, un hoyo de delincuencia y pobreza, olvidado por las autoridades.
En el entrenamiento hay hombres y mujeres de todas las edades, el primer turno comienza a las 7:30 horas.

Cuando los alumnos llegan los hace correr para calentar los músculos. Justo como él lo hacía cuando llegó al gimnasio, a los nueve años, con la ilusión de ser campeón.
"Nosotros lo llevamos al gimnasio, pero él tenía que pagar su inscripción para que valorara lo que cuestan las cosas.

Fue muy inquieto de chamaco y este deporte le sirvió como disciplina", recuerda su padre Gilberto Sosa.
El pequeño destacó rápidamente por su velocidad y técnica, el mánager del Lupita, Enrique El Profe Morales, vio en el chico una promesa del boxeo nacional y lo entrenó bajo los principios de esfuerzo y disciplina.
"Había veces en las que no daba el peso para algunas peleas, entrenaba en la azotea o dentro de un carro, El Profe encendía la calefacción y yo hacía ejercicios con el torso para bajar kilos", recuerda Anthar.

Su constancia lo llevó a ganar los Guantes de Oro en 2010 y el subcampeonato del Cinturón de Oro de 2011.
Su principal característica era noquear a sus rivales con un upper, un golpe que ahora enseña a sus alumnos, pero que en su momento lo ayudó a ganar sus 18 peleas profesionales.
La fama le llegó muy joven, tenía 22 años cuando en 2013 alcanzó el nivel necesario para competir por el Campeonato Mundial Juvenil, pero su vida dio un cambio drástico.

Sólo tenía 1% de vida

Faltaba una semana para la pelea que Anthar tanto esperaba.

Todo se vino abajo el 19 de noviembre de 2013. Aquel día se levantó temprano, corrió 10 kilómetros por la mañana, trabajó en la fonda que abrió con su familia y, por la tarde, se dirigió al Lupita.
Iba a bordo de su motocicleta cuando en el cruce de Periférico y Calle 10, un camión de la ruta 46 lo embistió.

Sintió el vehículo pasarle por encima. Su cuerpo quedó destruido.
La madre de Anthar recuerda la escena: "Yo no aguanté, me desmayé, estaba irreconocible, tenía la cara sumida, las heridas todavía estaban abiertas, estaba inconsciente, en coma, nos decían que teníamos que esperar, que tenían 1% de vida, no había nada que hacer".
Los médicos que reconstruyeron su cuerpo no aseguraban que el boxeador saliera del coma y, en caso de hacerlo, era muy poco probable que volviera a caminar.

Aun así despertó.
"Estuve en coma 15 días. Me quitaron el bazo, tuve fractura expuesta de cadera, me lesioné el hueso ilíaco, tuve traumatismo en el cráneo; mi pómulo derecho ya no lo tengo, me pusieron una placa de titanio y me quitaron parte del intestino".

Campeón dentro y fuera del ring

La clase matutina termina y es hora de que Anthar haga sus ejercicios.

Aunque los médicos le dijeron que no podía forzar mucho su cuerpo, es algo que él no puede evitar.
Las primeras semanas de terapia intensiva tras el coma fueron eternas para él.

Al recibir el alta médica y volver a su casa se propuso como objetivo caminar otra vez.
Me dieron una silla y un bastón, pero si los usé dos o tres veces es mucho, yo me sostenía en las paredes, mi papá me ayudaba a ponerme de pie y yo me movía por la casa, a veces me tardaba hasta una hora para llegar al baño”.

Contra todo diagnóstico, mejoró rápidamente.
Mientras él continuaba su recuperación en 2015, su mánager, El Profe Morales tuvo una recaída médica luego de una operación, la edad le impedía seguir entrenando y decidió dejar en su lugar a su último campeón.
Anthar visitó a Morales en su casa.

Ahí le pidió que lo relevara como entrenador. Aunque el joven sólo tiene 25 años, sus conocimientos y experiencia son suficientes para formar nuevas generaciones de campeones.
"Me llamaron varias personas para ocupar su lugar, pero yo quería que El Profe siguiera", dice Alberto Navarrete, dueño del Gimnasio Lupita, quien aceptó con gusto la propuesta y recibió a Sosa Miranda como nuevo entrenador.

"Cuando Anthar llegó, se hizo cargo de los muchachos con bastante éxito, ellos lo quieren mucho, algunos lo conocieron cuando era boxeador, yo estoy contento con su trabajo porque es un joven muy dedicado, muy puntual, muy sano y eso le ayuda a los chamacos".
Poco a poco, Anthar se ganó el afecto y respeto de los alumnos, algunos de ellos compañeros suyos de la época en que era boxeador amateur.

Hoy es normal escuchar cómo le llaman Profe Anthar.
Su trabajo no sólo consiste en mantener a los boxeadores en forma, también en convertirlos en campeones, como él.

Para ello solicitó su licencia de mánager profesional, la cual le otorgaron después de una serie de pruebas. Al obtenerla se convirtió en el entrenador certificado más joven del país.
En este Lupita imparte un estilo clásico de boxeo, le gusta que sus alumnos hagan contacto visual con sus rivales: "Les enseño a los chavos que sean aguerridos, que sean fajadores".
Su sistema se basa en el box de los años 60, el cual aprendió de Morales y que distinguió al Lupita en su mejor época.

"La prioridad es mantener al rival cerca, no permitirle moverse en el ring, siempre ser propositivo durante la pelea, tener las piernas firmes y dar golpes efectivos", destacó Anthar.
"El año pasado saqué a dos campeones del torneo: Ídolo Chilango, en peso Wélter, y Leslie Granada, en peso pluma.

Tengo dos muchachos que ya van a debutar como profesionales. Con los amateur hemos ido a varias partes del país, a veces ya no nos quieren invitar a los torneos porque siempre ganamos.

Cuando ven que nuestros peleadores son del Gimnasio Lupita se espantan".
Cada día, Anthar entrena a más de 40 personas para sacar sus mejores cualidades, bajo el lema del gimnasio: "Más campeones para una mejor sociedad".

Cristian Charvel, de 33 años, de Tepito, es uno de sus alumnos. Desde joven encontró en las drogas una forma de huir e incluso estuvo un tiempo en prisión.
"Me fui a Estados Unidos, con la idea de sanar, cuando regresé puse un negocio en la [colonia] Escandón, cerca de Tacubaya, y supe de la historia del Profe Anthar, de su accidente y de su carrera, yo tenía interés en el boxeo, así que fui a entrenar con él", recuerda Cristian.
Cuando conoció a Anthar, encontró un ejemplo a seguir, "fue un escape para desintoxicarme de lo que traía e incluso me metí a la universidad y ahora estudio urgencias médicas.

Anthar me enseñó a aprovechar esa adrenalina y energía que yo usaba para mal. Es un ejemplo para todos, la carrera que tuvo, su accidente, verlo ahora de pie, entrenando y formando a nuevos boxeadores me hizo saber que yo todavía podía hacer algo".
Otro de sus alumnos, Cristian "N", tiene 11 años.

Al llegar al Lupita entrenaba con la clase infantil, pero Anthar decidió llevarlo a la par de los jóvenes por su habilidad.
"Mis papás me trajeron porque me molestaban en la escuela y yo no hacía nada.

Cuando son las peleas me pongo nervioso, pero Anthar me dice que estoy haciendo mal y me corrige para dar lo mejor", cuenta Cristian.
—¿Hasta dónde consideras que pudiste llegar si no hubieras tenido el accidente?
—A ser campeón mundial,— concluye confiado Anthar Sosa Miranda, un héroe urbano dentro y fuera del cuadrilátero.

El Universal

 

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