Jaime Elio Quintero García

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JUAN RULFO CIEN AÑOS Y MÁS

domingo, 30 de julio de 2017
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La revista Nexos, publicó en su pasada edición del mes de Mayo, una remembranza de Juan Rulfo y su obra literaria, a cien años de su nacimiento, la publicación la suscriben un grupo de memoriosos intelectuales que buscan en sus textos al Rulfo de la charla cotidiana que gusta hablar sobre sus enseñanzas de vida y sus voces del recuerdo.
Relata Roberto García Bonilla, uno de los ocho memoriosos, que entre la publicación de Pedro Paramo, una de las dos joyas literarias de Rulfo, y su muerte, transcurrieron casi 30 años, y en ese tiempo, mi amigo lector, su obra fue traducida a 60 idiomas, y los tirajes en español se elevaron a millones de unidades.
La historia del muy distinguido mexicano, Juan Rulfo, sigue diciendo García Bonilla en su texto.

Inicia a la edad de 17 años, ya para entonces había experimentado los estragos de la fe, y una época de confinamiento y rigor, primero en el orfanato y luego en el seminario.

Se dice que fueron dos los traumáticos sucesos que definieron su vocación: el asesinato de su padre cuando él contaba con apenas seis años de edad, y el otro, la muerte de su madre.
Al parejo, o como consecuencia de tan estremecedores acontecimientos, Rulfo se sumerge en la biblioteca de su abuelo materno, y la del curato a consecuencia del cierre de las iglesias durante la guerra cristera.

La cura para transitar el duelo, se transformó en una época de intensas lecturas y de fructífera producción literaria. Entre la aparición de su primera obra y la de Pedro Páramo pasan diez años.
La vida de Rulfo en esa estación de su vida, cuenta García Bonilla, fue fructífera en la escritura y la fotografía, arquitectura, paisajes, y retratos de mujeres y hombres anónimos son, en ese tiempo, sus aficiones más intensas, mismas que comparte con otra, el alpinismo.

Se ufanaba, en el temario de sus pláticas de café, de relatar sus ascensos al Popo, al Iztaccíhuatl, al Pico De Orizaba, al Nevado de Toluca, al Tanzítaro ubicado entre Guatemala y México.
Se recreaba en la detallada narrativa de su temeraria hazaña de haber escalado el Iztaccíhuatl por la cabeza, o las peinetas, la ruta más escabrosa y de gran riesgo y peligro, nadie lo había intentado solo él, y aseguraba no haberle quedado gana alguna de intentarlo nuevamente.

A los 35 años de edad, Rulfo abandona el montañismo y dedica mayor tiempo a sus tareas como becario del Centro Mexicano de Escritores.
Además de su conocida producción literaria, y por supuesto de sus dos obras máximas, El Llano en Llamas, y Pedro Páramo.

Rulfo, a su paso como director editorial del Instituto Indigenista, creó 60 textos, entre prólogos, presentaciones, ponencias, monografías, y muchos (alrededor de 400) sobre arquitectura, dejó siete mil negativos de fotografías de los que tan solo se conocen 500, admirados y reconocidos por fotógrafos de la dimensión de Manuel Álvarez Bravo, Gabriel Figueroa y Cartier Bresson.
Rulfo provenía de familias adineradas del estado de Jalisco, sus tíos y abuelos tenían planes para él, en el seminario, la milicia y la abogacía, sin embargo y pese a todo, él decidió como proyecto de vida la literatura, y se formó en la escuela de Filosofía y Letras, al parejo que ingresa como oficial quinto, a la Secretaría de Gobernación, donde le queda buen tiempo para escribir y dar rienda suelta a su verdadera vocación y gusto de imaginar, crear y hacerse de un gran estilo para narrar historias, tan alucinantes como bellas, mismas que lo hicieron pasar a la historia.
Así termina el texto de García Bonilla, y continúan, para deleite de lectores y admiradores de la obra de Rulfo, los de los otros siete memoriosos, cuya prosa tiene la fuerza y talento para llevarnos a usted, amigo lector, y a todos los que la lean, hasta las mismas entrañas de lo que era Juan Rulfo, en voz de quienes lo escucharon y acompañaron es sus charlas de café y caminatas por la ciudad de México.
Busque amigo lector, en la página de internet de la revista Nexos del mes de Mayo del presente año, estos textos de los que hoy le doy cuenta, seguro se va a recrear conociendo cómo era y pensaba el ilustre mexicano Juan Rulfo.
GRACIAS POR SU TIEMPO.

 

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