Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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La política coeficiente de la fantasía

domingo, 16 de julio de 2017
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En semanas pasadas, el politólogo y profesor de la Escuela de Gobierno del Tecnológico de Monterrey, Jesús Silva Herzog Márquez, publicó en prestigiado medio de comunicación de circulación nacional, un ensayo relativo a la definición del ser, y sus capacidades para socializar a partir de entender que el hombre como ser, proviene y es hijo de su imaginación, que su sobrevivencia depende no de sus atributos para inventar armas y escudos, sino de su disposición a creer en lo indemostrable, en su afición a la fábula, en imaginar y hacer creer.
Por tanto la palabra es nuestra identidad, es lo que nos cohesiona e invita a conocernos y agruparnos, no somos, señala el articulista, la única especie que trasmite códigos e información a sus congéneres, lo que en verdad nos distingue como especie única, es la ficción.

Verá usted, amigo lector, los hallazgos que nos esperan, al continuar con la presentación del talentoso Silva Herzog. Nombramos lo que no existe, describimos lo imposible y nos deleitamos en leyendas y fantasías, son varias de sus aseveraciones.
Las hazañas y atrocidades de la humanidad, en propias palabras (para evitar reinterpretaciones), del destacado ensayista, son producto de la inmensa disposición del ser humano a creer, toda acción humana magna o modesta requiere del estímulo de la fantasía, del sueño y de la ensoñación.

Un chimpancé, por ejemplo, no entregaría un trozo de su comida a cambio de ofrecerle un paraíso de abundantes y suculentos alimentos en una vida posterior a esta.

Consecuente con esto, el homo sapiens, es en realidad empírica, homo credulus.
El deseo de saber (en nuestra especie), es menos frecuente e intenso que el de creer, y el de la avidez de complacencia (creer en algo o alguien, nos complace, nos deja satisfechos).

La génesis del ser humano lo invita y lleva de la mano cotidianamente al autoengaño, a la auto-complacencia. La realidad es siempre caótica y desastrosa, el cuento por el contrario es claro y lógico, tienen un principio y un fin, los personajes son coherentes, y la enseñanza que dejan es entendible y predictible.

El ser humano no quiere ni busca pruebas, tan solo la coherencia que ofrece el cuento.
Para el ser humano y su propia naturaleza, solo existe aquello que ratifica la leyenda, que sigue el mito, que reitera lo prejuzgado.

La democracia, advierte Silva Herzog, es tan excepcional como frágil o fuerte sea su capacidad para envolverse en la narrativa que la genera y le da vida.

El ciudadano no cree en lo que ven sus ojos, ni en lo que escuchan sus oídos, tan solo cree en lo que imagina, en la narrativa que le explica el pasado, que le define el presente y que le anticipa el porvenir.
La narrativa del cuento seduce por que echa de su contenido los fastidios del azar.

El ser humano precisa de certezas soñadas y bienvenidas, y es la ideología quien esto revela y lo expone todo. Los hechos sin excepción, en el encuadre ideológico, corresponden de manera exacta al objetivo final y último de la felicidad.

Esa es finalmente la seducción de lo que Hannah Arendt define como la comunicación totalitaria, y la seducción de la conspiración, refiere Silva al final de su ensayo.
Conspirar en contra de la fea, fastidiosa e incomprensible realidad, nos ofrece un camino libre y abierto hacia la consolación que proporciona la coherencia y satisfacción del cuento y la ensoñación, es decir frente al desamparo actual, lo que cabe y queda muy a modo es el autoengaño que permite huir de la fatalidad, y de la tragedia dolorosa y siempre inoportuna.
Faltaría, a juicio propio, agregar mi estimado amigo lector, que en tal estado de cosas, nunca faltará la presencia del líder social y político, pragmático y manipulador, conocedor de la condición humana y su proclividad al cuento, y por supuesto, a la narrativa siempre esperada del final feliz.
Busque amigo lector el ensayo del profesor Silva Herzog, que hoy apenas le comento, seguro que lo encontrará interesante y por demás aleccionador y formativo.

Tal vez premonitorio de lo que pudiera suceder, en México, en lo político, el año próximo.
GRACIAS POR SU TIEMPO.

 

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