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Amor para el dolor

Los sentimientos de amor apasionado pueden aliviar el dolor leve con la misma eficacia que los analgésicos.
miércoles, 14 de junio de 2017
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(EFE) Un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, en California, ha comprobado que los sentimientos de amor apasionado pueden aliviar el dolor leve con la misma eficacia que los analgésicos.

Este fenómeno es posible porque el amor intenso activa las mismas regiones del cerebro donde actúan los medicamentos destinados a calmar el dolor: el sistema de recompensa cerebral, que es el encargado de generar recompensas bioquímicas ante determinados estímulos que recibe la persona.

“En estos sistemas de recompensa se genera dopamina, una hormona, y a la vez un neurotransmisor -mensajero químico que intercomunica las células nerviosas- que influye en nuestro estado de ánimo, en nuestra gratificación y en nuestra motivación”, explica el investigador médico Sean Mackey, que ha dirigido el estudio de Stanford.

"Cuando las personas se encuentran en la fase del amor más apasionada existen alteraciones significativas en su estado de ánimo que impactan sobre su experiencia del dolor", ha explicado el doctor Mackey.

Según el investigador Arthur Aron, coautor del trabajo "cuando alguien piensa en la persona que ama se produce una intensa activación en el área de recompensa del cerebro, la misma que se activa cuando se consumen sustancias dopantes o cuando se gana mucho dinero”.

En sus experimentos participaron quince estudiantes universitarios (ocho mujeres y siete hombres) “perdidamente enamorados”, que estaban en las primeras etapas de sus respectivas relaciones de pareja.

En esta fase de enamoramiento, la gente se siente eufórica, con mucha energía, piensa continuamente en el ser amado y anhela estar con ella o él.

Los participantes observaron, de forma intermitente, las imágenes que ellos mismos habían traído, al mismo tiempo que eran expuestos a una sensación de dolor suave, provocada mediante un estimulador térmico que se les había colocado en la mano y era controlado mediante un ordenador.

Su actividad cerebral fue registrada mediante una resonancia magnética funcional y los investigadores comprobaron que, al observar fotos de su respectivo ser amado, los participantes del estudio reducían la sensación del dolor físico, un fenómeno al que Mackey y Aron han denominado “analgesia inducida por amor”.

 

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