Jaime Elio Quintero García

Déjeme y le Platico de un Libro

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LA GUERRA CONFUSA

domingo, 16 de abril de 2017
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Es el título del último ensayo de Fernando Escalante Gonzalbo, académico y profesor del Colegio de México, quien ha publicado varios libros sobre temas diversos, el más reciente, titulado ‘Historia mínima del neoliberalismo’.

Es, sin duda, una persona con créditos suficientes para opinar sobre lo que pasa en la vida nacional mexicana, y de la naturaleza de sus problemas. Seleccioné, amigo lector, esta pieza de ensayo publicada en el número 469 de la revista Nexos, porque su contenido se parece mucho a lo que piensa la mayoría de la gente en este país.

Casi a diario escucha uno decir a las personas con quien se platica o convive: “los problemas de México son indescifrables, ya no entiende uno nada”, todo es tan confuso y enredado que nombres y sucesos van y vienen casi a diario, todos sin la menor credibilidad.

La sociedad entera parece estar azorada y desconfiada de todo y de todos, de los medios, el gobierno, los empresarios, los políticos, los partidos, incluso del vecino, el amigo, el hermano, la familia, el compañero o compañera de trabajo, el jefe y subordinados, todos sin excepción, cargan con un dejo de desconfianza, temor, angustia y desasosiego.

Escalante Gonzalbo, recurre al emblemático tiempo que ha durado la guerra contra la delincuencia, iniciada por el presidente Calderón en 2007, y dice: la independencia de México también duró 10 años y la revolución, si se incluye la fecha en que muere Carranza y se publica el Plan de Agua Prieta, por igual se pueden contar 10 años.

Mas esta que inicia Calderón y continúa con Peña Nieto, es difícil definirla, porque no tiene un sentido político ni ideológico, ni parece correr el riesgo de contaminarse de esos elementos, por lo menos en México.

Enseguida reflexiona el ensayista: no se le puede llamar guerra por la ausencia de contenido político, es decir no se lucha por el poder y establecer un cambio social y económico, sin embargo, afirma, se han desplazado cuarenta mil militares, treinta mil policías, efectivos de la marina armada y la aviación, y las bajas de ambos lados se cuantifican en decenas de miles (sin precisión alguna).



Relata el autor, que se han escritos multitud de libros, artículos periodísticos, ensayos, diagnósticos y diseñado estrategias, sin embargo nadie sabe a ciencia cierta qué pasó entre 2006 y 2007, en ese intervalo las cosas se salieron de control, los indicadores de delincuencia que venían a la baja se dispararon, y todo empezó a confundirse de manera creciente, hasta llegar al estado de desconcierto y confusión que prevalece actualmente, tanto en la población de todo el país, como al parecer, entre las autoridades de los tres órdenes de gobierno.



En opinión de Escalante Gonzalbo, las cosas se asemejan a una guerra civil, como suelen ser todas éstas, episódicas, desordenadas y confusas.

Hoy la población se siente más insegura y desconfiada, en términos relativos, que cuando ocurrieron las dos guerras anteriores (independencia y revolución de 1910).

Agrega además, como conclusión del ensayo, tres consecuencias al término de los 10 años antes aludidos:

Una, al mantener la prohibición de sustancias dañinas, y la estrategia militar de su erradicación, aquí como en Estados Unidos, esta guerra se convierte en un mecanismo del sistema político.

Segunda, la extinción de las fuerzas civiles locales ha concentrado el poder en las fuerzas federales, con el propósito, no menor por cierto, de crear Estado, presuponiendo que este no existe o está en un tobogán de deterioro tal, que invalida su funcionabilidad.

Y tercera, relativa a la degradación de nuestros medios de comunicación, mismos que encontraron, al decir del académico, nuevas posibilidades en el negocio del escándalo.



La fuente policíaca ha llenado las primeras planas y gran porcentaje del guión de noticieros y programas de radio y televisión, llamados también de análisis temático.

En tal sentido, la suspicacia y el sospechosismo han cundido y enraizado en el tejido social, ya no se cree en las cifras ni en los argumentos o razones de autoridad alguna.

Sobra y basta, insiste el académico, con que un conductor de radio o televisión difunda un trascendido o filtración de alguna de las procuradurías, sobre un caso delictivo, para que el tono y sentido con que se difunde, vuelva verídico el supuesto, y quede en el consciente popular como verdad indiscutible.

Es interesante y digno de reflexionar lo que el ensayista e intelectual escribe, sin embargo amigo lector, le recomiendo busque la publicación en la página de la revista Nexos correspondiente al mes de enero, o en apartado de publicaciones anteriores, a fin de que lea el extenso texto que hoy le comento.
GRACIAS POR SU TIEMPO.

¿Sabía Usted?
Mr.

Kuinkelly

Alrededor de un billón de botellas de plástico llegan cada año al mar, y junto con las que se tiran a la basura, se podría construirse una montaña del tamaño del Everest.

Pensando en una alternativa para eliminar esos envases, también llamados PET, un grupo de diseñadores de una empresa en Londres, inventó el “agua que se come”.


Consiste en una membrana transparente rellena de agua, aproximadamente del tamaño de una pelota de pin pon, que es comestible porque está elaborada de algas pardas y cloruro de calcio en proporciones específicas.

De esta manera, el agua queda encapsulada en una especie de gota gelatinosa. La idea fue tomada del restaurante de un reconocido chef catalán, que utilizaba la técnica de ‘esferificación’ en sus platillos, inspirado en la yema de huevo.


Se llama: “Ooho”, y ya están vendiéndola para diferentes eventos. Se espera que esta alternativa en verdad resulte efectiva, y ayude a reducir el impacto ambiental.

Según sus creadores es muy barato, resistente, higiénico y 100% biodegradable.
¡Si no lo sabía… créalo porque es cierto!

 

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