Melitón Guevara Castillo

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Ritual político

jueves, 31 de marzo de 2016
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Estamos acostumbrados a que, en ciertos lugares, eventos o actividades, se maneja una especie de ritual; el más conocido, sin la menor duda, es el de la misa: hay un orden, una secuencia, la pregunta es: ¿sucede lo mismo en la política? ¿Hay planeación o todo sale, digamos, de improviso? Y si, si hay un ritual.

Veamos algunos de sus momentos.
1. La elección del candidato. En otros tiempos se decía que había un tapado que, se destapaba, por la decisión del fiel de la balanza, así era identificado el Presidente de México.

La forma de explicarlo era: quien se mueve, no sale en la foto. Hoy, es distinto: quien anhela una candidatura tiene que hacer dos cosas: 1) Cultivar la amistad o la relación con quien, o quienes, toman la decisión; y, 2) Placearse, darse baños de pueblo, tener pues una imagen positiva.

Lo primero ya no es suficiente.
2. Protesta del candidato partidista. Una vez que el partido tomo la decisión, no las bases, como lo hizo el PRI y el PAN, procede un registro o declaración de formal candidato.

Aquí al menos los priistas están acostumbrados a las grandes movilizaciones: llegaron a la capital tamaulipeca autobuses, y más autobuses, de los 43 municipios; y luego viene la foto, y el boletín, que habla de la reunión de más de 15 mil priistas para apoyar a su candidato.
3. El registro ante la autoridad electoral.

También se hace en forma masiva, para impresionar a los oponentes. Aquí, lo significativo, a nivel municipal, es que se da a conocer el nombre de los integrantes de la planilla.

Tal y como sucedió, este miércoles, con Oscar Almaraz: nombres que consignan los intereses de grupos, los acuerdos y compromisos de camarilla y, claro, no se observan a líderes naturales, esos que hacen talacha y son responsables de la movilización el día de la elección.
4. Equipo del candidato.

Es uno de los momentos, digamos cumbres, porque se da a conocer quienes tendrán tareas en el equipo de campaña-político electoral. Y es ahí, obvio donde se visualizan tempraneramente, quienes serán los compañeros en la tarea de gobernar.

Nombres como el de Antonio Martínez Torres, Oscar Luebert, Jaime Villarreal, Felipe Garza Narváez, Bladimir Martínez Ruiz, Luis Humberto Hinojosa Ochoa, entre otros, ya están listos para asaltar la nomina se gana Baltazar Hinojosa Ochoa.
5. La campaña electoral y el fuego amigo.

Es la etapa más difícil, no sólo para el candidato. Aquí los integrantes del equipo, de pronto, olvidan que lo importante es hacer el trabajo y ganar la elección.

Se trenzan en un fuego contra fuego, se delimitan los grupos y sucede que hay purgas: unos se van, los corren o despiden, por los chismes, la cizaña, codazos, golpes bajos.

Y lo invertido se pierde.
6. Elección: ¿triunfo o derrota? Los ciudadanos emiten su voto, el equipo de campaña hace su movilización, y la autoridad da a conocer el veredicto de los votos.

Unos y otros enfatizan los aciertos y errores, según será triunfo o derrota.
7. Equipo de transición. Ganada la elección viene el equipo de transición, son los responsables de participar en la entrega-recepción.

Aquí empiezan a vislumbrarse potenciales responsabilidades; quien va a una u otra área o Secretaría.
8. Toma de protesta. Es el acto culminante de un proceso electoral.

El triunfador ya tiene en sus manos, en sus decisiones, la autoridad para ejercer el poder político: y es cuando esbozo, delinea, las líneas principales de un programa de gobierno… que, obvio, debió ofrecer en su campaña en busca del voto.

Se ven caras de alegría, por uno y otro lado, porque ya muchos tienen la certeza de que no vivirán por seis años fuera del presupuesto.
La cuestión, elemental, es si en todo este proceso, hubo o no democracia; si hubo o no participación ciudadana, si los partidos políticos y su candidato fueron capaces de motivar al elector a ir a votar.

Históricamente, el abstencionismo gana terreno; lo que significa que, elección tras elección, hay menos legitimidad de quienes nos gobiernan.



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meligue@prodigy.net.mx



 

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